El tren es la vía

El tren es la vía

 FRANCISCO ÁLVAREZ CASTELLANOS
Hace unos 70 años existía una línea ferrocarrilera que unía a La Vega con Sánchez, en ese tiempo el principal puerto del país y que unía a varias ciudades y pueblos en su trayecto.

Ese tren duró muchos años, hasta que Trujillo lo clausuró, llevándose todo, desde las locomotoras y vagones, hasta los rieles y traviesas, instalando todo ese equipo en sus numerosos ingenios de azúcar.

Tomando el mapa del país en mis manos recorrí con mis ojos y mi imaginación lo que podría ser una red ferrocarrilera que uniera todo el país.            Dicha red tendría su gran terminal en esta capital con tres líneas principales. La primera uniría a Villa Altagracia, Bonao, La Vega, Santiago y Monte Cristi, con una línea secundaria que saldría de Santiago, pasaría por Mao llegando hasta Puerto Plata.

La segunda línea principal, siempre partiendo de la gran terminal capitaleña, pasaría por San Pedro de Macorís, La Romana hasta Higüey. La secundaria uniría a Monte Plata, Hato Mayor y El Seibo, hasta Higüey. La tercera línea secundaria partiría desde Monte Cristi, Dajabón, Elías Piña, San Juan de la Maguana, Neyba, Jimaní y Pedernales. Desde aquí se uniría a la red principal, vía Barahona.

He ahí el plan. Y quiero hacer una advertencia. Este plan no fue copiado, sino más bien inspirado en la red que une La Habana con Santiago de Cuba, la que hace muchos años (antes de Fidel), tuve la oportunidad de recorrer. Unos mil kilómetros más o menos.

O sea, que Cuba tuvo un tren nacional desde hace más de cien años, posiblemente. Entonces, ¿por qué nosotros no podemos tener nuestro ferrocarril nacional ahora? Los beneficios que esa red tendría para el país son incontables. Veamos:

1.- Construir una carretera que una todos los pueblos y ciudades citados costaría una fortuna incuantificable, y jamás, oigan bien, jamás sería terminada aunque pasaran y pasaran los años. Mientras que tender la vía del tren sería una labor infinitamente más barata y más rápida que construir la carretera.

2.- Calcule usted, amigo lector, transportar cinco mil toneladas de productos diversos al interior del país. Tendrían que utilizarse centenares de camiones. Mientras que una locomotora de alto rendimiento podría arrastrar en 25 vagones la carga de 50 camiones o más, sin gastar en combustible (solo en carbón), ni en piezas de repuesto, gomas, personal humano, etc. Ese material humano al que me refiero, podría ser entrenado para que trabajara en los trenes que surcarían el país, o sea, que el problema del desempleo no existiría.

3.- Esos trenes no solamente tendrían vagones de carga. sino también habría de pasajeros, en primera y segunda clase. Imagínese el lector el ahorro que eso significaría para la economía nacional.

4.- En todos los puntos donde hubiera una estación de trenes, habría el personal necesario para manejarla, lo que paliaría grandemente el problema del desempleo que produciría la desaparición relativa (muchas poblaciones pequeñas seguirían estando unidas por líneas de camiones y autobuses, etc.) de los vehículos actuales.

4.- El tener una red de ferrocarriles no significaría el abandono de las carreteras existentes, sino todo lo contrario. Se trabajaría en el mantenimiento de las existentes, haciendo que su duración casi no tuviera límites normales.

Todo lo que expongo aquí no son simples ideas surgidas de una mente calenturienta. Personalmente he visitado países en América del Sur donde el tren es el principal medio de transporte. Y de Europa ¡ni hablar! Todo el viejo continente está surcado por trenes que transponen las fronteras de los países, con solo una parada oficial, precisamente en las fronteras.

En España, es ligeramente diferente. Cuando el tren español, el Talgo, llega a la frontera con Francia o Portugal, los viajeros deben bajar, cruzar la línea fronteriza a pie, pasar por las aduanas y finalmente tomar el tren del país que sea. ¿Y esto por qué? El Talgo, un lujoso y magnífico tren, es uno «de vía ancha», el único de su especie en todo el mundo, de ahí el traslado de los pasajeros en las fronteras.

Estoy mil por mil seguro que de iniciarse mañana la construcción del Ferrocarril Nacional, éste estaría funcionando y dando beneficios mucho antes que, por ejemplo, ¡el Metro!

Dice un sabio refrán que «los pueblos progresan padeciendo».

Padezcamos, pues, unos poquísimos años, y después nos sentiremos orgullosos y contentos con los resultados de ese padecimiento que, dicho sea de paso, no sería gran cosa.     

Pie de grabado

Este mapa señala lo que podrían ser las líneas principales (las rojas) y las secundarias (las azules) de un Ferrocarril Nacional. Como se ve, todo el país estaría unido por un medio barato, seguro y rápido.

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