El triste escenario latinoamericano

El triste escenario latinoamericano

Venezuela, al igual que República Dominicana, Nicaragua, Honduras, Bolivia y algunos otros en menor escala, sigue encabezando el absolutismo partidista, sustentado, patrocinado y peligrosamente financiado con recursos del Estado, que está llevando a esos países a una virtual bancarrota económica y una potencial crisis de gobernabilidad.  Todo esto sucede con el apoyo de importantes sectores de poder económico que se ven ampliamente beneficiados de esa política clientelista, corruptiva y desgarradora de la institucionalidad y la transparencia.  

Estos partidos absolutistas, aun ganando elecciones mediante la compra votos, regalando dinero a manos llenas y reprimiendo opositores, obtienen de inmediato el reconocimiento de los organismos internacionales y países de gran tradición democrática, todo para evitar una crisis de gobernabilidad.  

¿O no sabía la OEA y todos los observadores que estuvieron aquí lo que el gobierno de Leonel Fernández hizo con el dinero público para mantener su partido en el poder? Lo sabían todo pero se hicieron los pendejos y reconocieron de inmediato al ganador de las elecciones. Eso hará la OEA, Leonel y los cientos de observadores en Venezuela, diciendo que Maduro ganó limpiamente cuando todo fue un gran fraude.  

Más grave ha sido el comportamiento de esos organismos ante los golpes de Estado en Honduras y Paraguay, donde gobiernos democráticos fueron derrocados sin que haya habido mayores consecuencias. 

Pero volviendo a Venezuela, si se diera el caso de un reconteo de votos y el ganador fuera Capriles, dada la mínima diferencia registrada entre ambos candidatos, los chavistas jamás entregarían el poder salvo que los sacaran a tiros.

Venezuela, con toda y su riqueza petrolera, pero racionando los alimentos en los supermercados, posee las peores cifras en materia económica de todo el continente. A pesar de eso, sigue regalando su más preciado recurso, que por años sirvió como trampolín a la egolatría y soberbia de un hombre que llegó a creerse el nuevo mesías del antiimperialismo. En lo que a nosotros respecta, ese “regalo” petrolero ya supera los US$3,000 millones, que no han servido para otra cosa que mantener el continuismo del partido en el poder y endeudarnos hasta la tambora.

Pero no todo es color de rosa para Nicolás Maduro, hombre de inteligencia muy limitada, de poca personalidad y con dificultades hasta para expresarse con coherencia. Su gobierno, si logra sobrevivir, difícilmente pueda continuar con Petrocaribe por dos razones elementales: primero, porque Maduro no posee ni pizca del liderazgo y arrojo de Chávez a nivel regional y jamás lograría convencer a nadie fuera de su país regalando petróleo y; segundo, porque la economía de Venezuela está tocando fondo y es imposible seguir con ese tipo de subsidio irracional a otros países. 

Para nosotros es un subsidio vital, por el impacto económico de Petrocaribe en el presupuesto nacional, pero cuando se trata del oro que explota la Barrick Gold, todos nos volvernos extremadamente nacionalistas, reclamando la expulsión de esa empresa que se roba nuestros recursos naturales.

Así piensan los venezolanos conscientes sobre su petróleo, cuyo subsidio a otros países solo tenía como propósito consolidar el liderazgo de Chávez en la región, mientras llenaba a su pueblo de odio y rencor y lo conducía al abismo económico.

¿Pero cómo Chávez logró ganar varias elecciones en un país económicamente desmantelado como Venezuela? Muy simple, dándole al 60% de los venezolanos un medio de vida con los programas sociales que implementó, mientras destruía las bases productivas del país. Aquí estamos muy cerca de ese 60% y mientras eso continúe, no habrá cambios políticos por décadas aunque seguiremos empobreciéndonos en todos los sentidos.  

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