El triste espectáculo de las elecciones

El triste espectáculo de las elecciones

FIDELIO DESPRADEL
Una nueva campaña electoral y tal parece que ya no se puede descender más en la escala de los valores. Es como si se hubiera agotado el saco de las felonías. Ningún actor quiere quedarse atrás en esta carrera hacía el despeñadero moral.

Pero ahora tenemos un rasgo inédito. Se han conformado dos grandes bloques, uno encabezado por el PLD y otro por la alianza del PRD y el PRSC. Es como si los tres grandes partidos hubieran hecho conciencia de sus debilidades, reduciendo entonces el juego a una disputa entre dos bloques, que en nada se diferencian en sus métodos y finalidades.

El PRD y el PRSC han tenido mayores dificultades en compactar su alianza. Aún con su gran empeño por evitar que la opinión pública se entere de sus rebatiñas, la sangre ha llegado al río en múltiples ocasiones, y no han podido evitar que todo el mundo se entere de que el único ideal e interés que se mueve alrededor de cada candidatura y en cada localidad, es el reparto de posiciones, las canonjías y los premios de “consolación”, para aquellos que han tenido que ser sacrificados.

Nunca más volverán a ser lo de antes estas dos grandes organizaciones políticas, que tan insignes servicios le han prestado a las élites económicas y sociales, y al gobierno norteamericano, que, juntos, hegemonizan el poder en el país.

En cuanto al Bloque encabezado por el PLD, el hecho de tener el control del Gobierno, con todos sus recursos, ha permitido que los repartos se hagan más en orden, prevaleciendo, en todos los casos, el sector más reaccionario de aquel partido creado por Juan Bosch, para la liberación de la nación y pueblo dominicano.

Todo lo progresivo presente en el PLD y en los hombres y mujeres que aún conservan ciertas conductas, hijas de procesos que han sido condenados al olvido, ha sido desplazado violentamente por una maquinaria, que teniendo su timón de mando en el Palacio Nacional, actúa sin ningún escrúpulo, en base a la certeza de que sólo el dinero, y el uso y abuso de los inmensos recursos del Estado, puede garantizar el triunfo del grupo que hoy hegemoniza a esa organización política y a su gobierno.

Las voces y actitudes disidentes, amilanadas por el poder avasallante, se repliegan, en un conformismo que en nada ayuda al pueblo y nación dominicanos.

En cuanto a la Junta Central Electoral, su descrédito no puede ser mayor. Mandamás de las próximas elecciones, ha actuado con la sabiduría de quien sabe a la saciedad la calidad de las personas y la naturaleza de los intereses que están en juego en las próximas elecciones de mayo.

Primero se ocupó de cerrar el paso a todas las organizaciones locales que pudieran introducir un ruido extraño en el juego que todos vienen preparando. En efecto, de un plumazo, se llevó por delante las aspiraciones de organizaciones como FAMILIA, que, de acuerdo a los propios funcionarios de la Junta, recibieron calificación de 100% en todos los ítems que ha establecido la Junta para evaluar las solicitudes de los partidos.

Y en un segundo movimiento, se ha ido autonomizando en relación a las fuerzas que le dieron origen, estableciendo distancia de ambos bloques. Conociendo el comportamiento que adorna al grueso de sus miembros, es claro que estas señales apuntan a que la Junta Central Electoral, al igual de los tres partidos y los demás poderes del Estado, quieren su parte en el pastel que constituye todo el entramado de poder en la República Dominicana, y ha ido consolidando su poder para estar bien preparada cada vez que llegue la hora de los “repartos”.

Todos los actores de este gran juego conocen hasta la saciedad que en estas disputas no existen otros principios que no sean los que caracterizan el comportamiento de todos los poderes del Estado; saben que cuando se habla de interés nacional o de principios, ello se hace tan sólo para consumo de los incautos.

Todos conocen la naturaleza del contrincante, y utilizan en esta guerra las armas con que bombardean a diario nuestra maltrecha sociedad.

Todo esto es bien sabido por el grueso de los ciudadanos y ciudadanas de nuestro país. Lo importante es utilizar estas realidades para afinar la denuncia y acumular fuerzas en la dirección de desenmascarar el sistema de partidos y las demás instituciones a su servicio, al tiempo que abrimos caminos para ir construyendo una propuesta política alternativa, que apunte a cambiar el rumbo del país.

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