VIRGILIO ÁLVAREZ BONILLA
Los partidos políticos que compiten en el torneo electoral actual poseen sus propios medios para hacer mediciones y encuestas, que le sirven como guía en su trabajo proselitista. Todos coinciden en ofrecer números que le son muy favorables, aunque contrarios a los que regularmente ofrecen las encuestas llamadas independientes o aquellas ordenadas por medios de comunicación escritos.

Llama poderosamente la atención, que cuando las encuestas tienden a desfavorecer a determinados partidos, éstos la descalifiquen de inmediato y aleguen tener datos provenientes de sus propias mediciones contrarios a las mismas, sin que den a conocer las fichas técnicas que avalan las suyas.

En la presente campaña electoral, se han realizado numerosas encuestas, la mayoría de las que se publican regularmente, coinciden en dar al candidato del partido oficial y el Frente Progresista, puntero con una ventaja holgada frente a sus más próximos competidores. Resulta difícil creer lo contrario, las encuestas tienen en su procedimiento técnico lo que se conoce como “margen de error”, que en la mayoría de los casos resulta verídico.

Así como es cierto que los partidos menos favorecidos con las encuestas deberían tomar la parte positiva de las mismas, para que les sirva de instrumento de rectificación antes que descalificarlas sin análisis. No es menos cierto que el triunfalismo que muestran algunos sectores en el partido oficial y grupos de apoyo no favorece en nada al proyecto reeleccionista del presidente Fernández.

El ingeniero Carlos Morales Troncoso principal dirigente del grupo de apoyo balaguerista conocido como “Consejo Presidencial”, llamó la atención recientemente sobre el peligro que representa el triunfalismo electoral. Tiene razón en la advertencia hecha el distinguido dirigente, ya que es bien sabido que el triunfalismo no sólo es contagioso sino negativo para los fines que se persigue.

Aunque algunas encuestas muestran cifras favorables a ese propósito, es necesario realizar los esfuerzos necesarios para asegurarse de que las metas deseadas sea una realidad indiscutible.