El triunfo del chantaje

El triunfo del chantaje

Si alguna vez a Miguel Vargas Maldonado, o a Reinaldo Pared Pérez, o a Ramón Rogelio Genao, o a cualesquiera de los 128 ‘”legisladores” que votaron por mantener el artículo 30 tal y como lo ordenó el Cardenal, y con él los sectores más atrasados de la cúpula de la Iglesia Católica, se les presentara la situación de una familiar cercana con un embarazo de alto riesgo, no vacilarían en buscar la solución fuera del territorio nacional.

Para ellos, sobre todo para el candidato del PRD, los gastos de un viaje a Estados Unidos o a cualquier país de Europa, o a Cuba, donde se practican abortos en condiciones de alta seguridad, surtirían el mismo efecto, a su patrimonio, que el de quitarle un pelo a un buey.

No olvidemos que en este país, para ocupar las posiciones que ellos han alcanzado, hay que ser “rico, muy rico, tátara rico, podrido en cuartos”, como decía un antiguo anuncio comercial, con las conocidas excepciones de personas que sin tener fortuna llegaron al Congreso o a ocupar lugares cimeros en la política, gracias a su talento y capacidad.

Naturalmente, no pueden hacer lo mismo las mujeres de los barrios marginados, abandonadas a su suerte por un Estado tan irresponsable que no es capaz de proporcionarles las informaciones necesarias para evitar un embarazo no deseado, y donde la educación sexual científica y adecuada escasea en las escuelas por obra y gracia de una cúpula religiosa igualmente insensible. El voto de los 128 es esencialmente clasista.

Los argumentos de los señores que en el Congreso defendían el funesto artículo de marras, eran cada vez más infantiles, olvidando adrede que el embrión y el cigoto no son personas, sobre todo durante la sesión del pasado 17 de septiembre. Uno de ellos, Roberto Rodríguez, tuvo el tupé de decir: “votamos por convicción, no por coacción”. ¡Ni é1mismo se lo cree!

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