El TRM: ¿Utopía o lujosa necesidad?

El TRM: ¿Utopía o lujosa necesidad?

FABIO R. HERRERA-MINIÑO
La semana pasada el gobierno sacudió al país cuando el responsable de preparar el proyecto del sistema de Transporte Rápido Masivo (TRM) o Metro, lo presentó ante diversos grupos nacionales, y que había sido elaborado por su oficina, y del cual se hizo eco la opinión pública, para desplazar de las primeras páginas, el sonado caso de las drogas incautadas camino al Cibao en los días navideños del pasado diciembre.

Los diarios relegaron a las páginas interiores de sus ediciones el sonado caso de la cocaína incautada, que está a la espera en el día de mañana de alguna decisión de la cámara penal de la Suprema Corte de Justicia, y se prevee, que de alguna forma legal, el principal acusado, será extraditado a los Estados Unidos a requerimiento de la justicia de ese país.

El proyecto del Metro se ha convertido en el principal tema de conversación de las personas. El impacto del tema se observa de como los diarios le otorgan una especial relevancia, después que se escuchara la convincente explicación que ofreciera el secretario de Estado responsable de la probable ejecución del proyecto.

El primer tramo propuesto, desde la antigua cementera, hasta el Centro de los Héroes, da oportunidad para ver los pro y contra del proyecto que aparentemente se ha concebido como si fuéramos un país sin las calamidades heradadas de una administración y ya estuviesen resueltas; y que el financiamiento de los $326 millones de dólares para los primeros 10 kilómetros, no pesaría a la hora que se consideraran objetivamente otros graves problemas como los que afectan a la educación, a la salud y a la pobreza.

Aparentemente la excavación de las rutas no ofrecen serias dificultades utilizando los métodos modernos de los topos o gusanos especiales para grandes excavaciones de túneles, o de algunos tramos a cielo abierto por el alto nivel de la capa freática. Hasta ahí todo se ve bien, ya que los perjuicios no serían tal molestosos para el desplazamiento de la gente por sus rutas normales o los desvíos que se establezcan.

Pero ocurre, que según dijera el responsable del TRM, que las estaciones principales serían como si tratara de una de las torres del Malecón Center de 30 pisos acostadas, eso significaría que, por ejemplo, la estación del Teatro Nacional conllevaría que se iría por completo la esquina suroeste de la Plaza de la Cultura con parte de la calle, ya que el volumen de excavación obligaría a excavar desde la superficie para las escaleras de acceso, el área de venta de tickets, baños, tiendas, etc y luego bajar hasta la espera de los trenes a 12 metros de profundidad. Eso sería un proceso calamitoso, mucho más grave a la hora que se construyese la estación de la Ovando, donde obligaría a establecer grandes desvíos y calamidades a los más de ocho mil personas por hora movilizándose por su transporte.

Otro tanto ocurriría en la estación de la Pedro Livio Cedeño, donde se contemplaría eliminar alguna esquina del cementerio para poder realizar los trabajos de construcción. La estación menos calamitosa sería la de la John F. Kennedy, ya que tiene parte de las excavaciones realizadas; sería aprovechando lo que se hizo para el malogrado proyecto del Mundo Mall y Salvaría de la quiebra a los patrocinadores de ese proyecto.

Obviamente los inconvenientes de las estaciones, quedaría la parte esencial del proyecto, que sería el tipo de energía a utilizar para mover los trenes y la de las estaciones. Imagínese un tren varado en medio del túnel por algún apagón en el sistema, ya que en el país sabemos que eso ocurriría.

Por igual el asunto del precio, del que se habló muy alegremente que sería de unos $5, lo cual podría ser como algo populista para los fines de las elecciones del 2008, pero la realidad, es que el precio no sería por debajo de los $20. Tal sería la tarifa que se ajuste a la realidad del proyecto, que puede ser una utopía lujosa de gente que quiere acelerar el desarrollo nacional, y los dominicanos se resisten a que se les empuje a una mejor forma de vivir. También se puede considerar como una lujosa necesidad, en que el pueblo ya estaría esperando que, al fin, alguna autoridad le haría frente a los chantajeadores dirigentes de sindicatos de choferes, que a nombre de ser padres de familia, han atemorizado a todos los gobiernos desde 1962. De esa manera se le ha mantenido las prebendas más absurdas con el dinero del pueblo y evitar que realicen huelgas, que en la década del 60, se temía que desestabilizaran al gobierno de turno. El momento no es el adecuado para iniciar la construcción del TRM o Metro. Lo aconsejable sería que el gobierno limpia sus finanzas, lleve a la justicia a quienes empujaron al país al tremendo hoyo financiero, entonces sería el momento para pensar en la construcción del TRM. De lo contrario sería un gran error político y el partido en el poder sufriría las consecuencias del repudio similar al del 1998.

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