El truco para aprender es enseñar

El truco para aprender es enseñar

Cuando hayamos aprendido debemos enseñarlo a quien nada sabe todavía; de este modo pagamos una deuda sacrosanta. Paolo Mantegazza

 No sé exactamente cuándo, pero en algún momento la gente empezó a llamarme “maestra”. Aunque alguna parte de mi lo asumía, no fue hasta que ocurrió un incidente un par de semanas atrás, que pude mirar lo que eso significaba y el precio que se paga por ello. La palabra enseñar viene del latín insignare. Compuesto de in (en) y segnare (señalar hacia), y se relaciona con instruir, iluminar, indicar, dar señales que dirijan a una cosa, mostrar o exponer algo, para que sea visto y apreciado.

Con sus acciones, el maestro Jesús nos mostró el valor que tiene enseñar. La mayoría de las personas no se consideran a sí mismas “maestros”. “¡¿Yo, un maestro?!”.En el judaísmo, “enseñar” debe ser una forma de vida que honra la sabiduría de Dios. La prácticallamada“pilpul hatalmidim”, literalmente significa “debate con los estudiantes”.

Enseñar es tocar el corazón de alguien, para hacer que aprecie aquello que le muestras.Enseñar es una manera de crear un lazo perdurable con otra persona.Louise Hay dice que todos somos maestros y alumnos. Para ella, la pregunta que nos debemos hacer es: ¿Qué vine a aprender aquí y qué vine a enseñar?

En mi caso, en incontables ocasiones cuando estoy expresando mis ideas frente a los estudiantes ¡ocurre que estoy descubriendo la idea junto con ellos! El hecho de explicar un pensamiento a otros nos fuerza a clarificarlo para nosotros mismos. Nos invita a examinar todo de un modo concienzudo, ver los detalles, cuidar la progresión lógica, y ser minuciosos. En el proceso, quedamos enamorados de la idea. ¡Nos conquista!

En cada encuentro con los estudiantes, ¡mi emoción sube a tope! Tal como una enamorada que tiene una cita con su amado, cuido cada detalle, busco los recursos para impresionarlos, creo una atmosfera para la cita, y hasta el último momento estoy arreglando cosas, queriendo ilusamente que sea perfecto.

Quien no puede enseñar una idea, aun no la comprende realmente.Recuerdas cuando estabas en la escuela y el maestro de algebra preguntaba: ¿Quién sabe esta ecuación? Y cuando alguien levantaba la mano y pasaba al pizarrón para enseñarla a los compañeros, se enredaba y murmuraba mientras sus manos sudaban: «Bueno, umm…». Auténticamente creía que sabía la ecuación, pero al querer explicarla se dio cuenta que no lo tenía tan claro.

Esto nos pasa en algún momento a todos en diferentes ámbitos; cuando queremos transmitir a otro lo interesante que fue una conferencia, dar a conocer la importancia de una acción a un empleado, mostrar a una pareja el valor que le damos a un pensamiento, etc. Si quieres que una idea deje de ser una noción confusa en tu mente. ¡Transmítesela a otros!Lejos de perder fuerza, como nos enseñaron alguna vez, a medida que la sacas de ti, tu idea se ira transformando en realidad. En este movimiento, todos ganan.

El autor estadounidense Mitch Albom escribió: “Estás aquí para que yo te pueda enseñar algo. Todas las personas con las que te encontrarás aquí tienen una cosa que enseñarte”, y continua diciendo que todos estamos relacionados. Que uno no puede separar una vida de otra más de lo que puede separar una brisa del viento.

Cada encuentro que tenemos con alguien es una oportunidad para enseñar/aprender algo. El sabio sabe lo que corresponde en cada momento. Todos somos alumnos y todos somos maestros. ¿Imaginas que alguien sepa la cura para el cáncer y no lo diga? ¿En qué tipo de persona se convierte alguien así?

Pues bien, si has comprendido algo y no lo compartes, eres igual. Hay una parte de ti que está diciendo: «No me importan los demás». Si reconocemos que toda vida está interconectada ¿Desde qué lugar actúa alguien así? Desde su oscuridad. La experiencia que tuve hace unas semanas me hizo sentir honrada. No siempre el maestro enseña desde el bien, pero un buen alumno también aprende de los errores del maestro. Aristóteles dijo: “Enseñar no es una función vital, porque no tiene el fin en sí misma; la función vital es aprender”.

Enseñar va más allá de transmitir información, implica conectar con el otro de tal modo, que lo inspires para tomar acción.Además de transmitir una idea que los demás puedan apreciar, es afectar un cambio en su comportamiento,. En muchas ocasiones, el primer movimiento que debemos lograr en el otro es que abandone su resistencia.

La necesidad de sentir que tenemos la razón, es la mayor barrera que tenemos para aprender algo que nos permita seguir adelante. En la era de información que vivimos, el nuevo analfabetismo es la resistencia a reaprender. El mundo está cambiando tan rápido que si hoy no eres capaz de soltar lo que aprendiste ayer, eres un analfabeto de los nuevos tiempos.

El maestro sufí Idries Shah dijo: “Las personas más difíciles de enseñar pertenecen a tres tipos: los que se complacen por haber logrado algo; los que, después de aprender algo, se deprimen por no haberlo sabido antes; los que se sienten tan ansiosos por sentir que progresan que dejan de ser sensibles al progreso”.¿Te ha pasado? A mí me pasa con cierta frecuencia sobretodo lo último.

Enseñar es una forma de agradecer todo lo que se ha aprendido, sabiendo que cada experiencia es una oportunidad que se nos ha entregadopara desplegar nuestro potencial interior.En las comunidades indígenas, ningún anciano puede irse de la vida sin haber devuelto lo que ha recibido. Así, la principal tarea de los sabios de la tribu es enseñar a otros todo lo que han aprendido.

El escritor Paulo Coelho va en esta misma dirección cuando dice: “Todos los profesionales deben enseñar en algún momento de su carrera, ya que están obligados a transmitir lo que han aprendido”.Mi padre fue un gran catedrático.Aun me encuentro con personas que al conocer que soy hija del Dr. Héctor Pereyra Ariza, me cuentan historias de como su extraordinaria habilidad de maestro influyó en sus vidas. El mismo don se encarnó en mi tía Ana Teresa.

Enseñar es permitir que el otro entre en contacto con aquello que de algún modo ya conoce, y acompañarlo en el proceso de redescubrirlo por sí mismo. Al enseñar algo, junto con la información entregamos un poco de nuestra propia alma.El premio nobel de física Albert Einstein decía: “Yo no enseño a mis alumnos, solo les proporciono las condiciones en las que puedan aprender”.

Después de más de 10 años enseñando, de manera espontánea han empezado a llamarme maestra. Creía que reconocerme como tal era una jactancia, ¡y es todo lo contrario! Se requiere mucha humildad. Ningún logro del maestro es personal. Tal como dice un proverbio hindú: “Con mis maestros he aprendido mucho; con mis colegas, más; con mis alumnos todavía más”.

 

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