UBI RIVAS
El veterano dirigente político ingeniero Tonty Rutinel Domínguez tronó conforme a su rítmica cadencia de denuncias por melifluas inconductas que su temperamento lúcido, inquieto, inquisidor y rebelde no le han permitido jamás silenciar.
En efecto, el 23 de julio último, Tonty Rutinel, que suscitó ácidas discusiones y diferencias de tipo programática y principista con el máximo líder de los negros y los blancos lamentablemente ido a destiempo, doctor José Francisco Peña Gómez, produjo una tronada que se escuchó en todo el ámbito nacional, denunciando esta vez manejos pocos escrupulosos impulsados por intereses y/o grupúsculos oscuros a lo interno del PRD en su última convención.
Las convenciones del PRD, más que los otros dos partidos políticos que conforman el escenario político criollo, han resultado tórridas, amargas, traumáticas, de enfrentamientos durísimos, lamentables, desconsiderados, en las que apenas se han respetado los fueros personales de los contendores, como la Novena, en noviembre de 1977, en la Asociación de Detallistas del Distrito Nacional.
En esta ocasión, Tonty Rutinel, un dirigente político y un ser humano vertical, símil de plomada de albañil, delineó los manejos turbios de un grupúsculo derrotado en el certamen electoral del pasado 16-05-04, y que pretende, sin asimilar el revés de la derrota ni estudiar sus lecturas, proseguir domeñando el PRD, actuando como el alcatraz, que realiza sus necesidades sin notarlo.
El señalamiento de Tonty Rutinel en ese sentido ciertamente es más que lamentable, desastroso, pero bien enjuiciado el fenómeno, porque de eso se trata, a la postre, sepultará definitivamente a ese grupúsculo amorfo, y no tanto, fuente de desaciertos y calamidades terribles para la sociedad dominicana toda.
Porque procedieron precisamente sin escrúpulos, miramientos de consideración para propios a lo interno del PRD y fuera de su redil partidario, sin el menor sentido de proyecto de país, sin planeamiento correcto de los quehaceres grandotes enfilados a redituar el bienestar colectivo, brújula, estrella polar y magnetismo de un político que se respete.
Así procedieron porque su cabeza dirigencial inoperante, sin noción de lo que realmente es un Estado, carente del menor indicio de sindéresis, torcieron el sendero correcto que tremoló el líder magnético oriundo de Loma del Floco, suburbios del Cruce de Guayacanes, que cierto, impuso del diezmo, como última ratio de encarrilar al PRD y forzar de esa única manera, la unión, uno de sus sueños reticentes, y por cuyos fragmentos el país le observó trastabillar desembridado de emociones genuinas y nítidas.
Tonty Rutinel, un batallador inspirado en valores cuasi perdidos por los ejercedores del oficio político, un gladiador de las causas justas de los irredentos, empero, pienso que incurre en un error que debe proceder a enmandar de inmediato, y es el de abandonar la tizona, solicitando a la instancia del Senado, de que es miembro por Santo Domingo Oeste, una licencia hasta la culminación de su investidura.
Debe superar ese lapsus porque su retiro traduciría precisamente abandonar la lucha a mitad del trayecto, y entonces asignar a ese grupúsculo estigmatizado, la curul que él ha sabido desempeñar con la responsabilidad, valor, brillantez y sinceridad que acrisolan sus gemas como ser humano de excepción.
La pelea es peleando, no reculando, rehusándola, exiliando el redil, que los avezados galleros estigmatizan esa actitud del gallo definiéndolo como «manilo».
Tonty Rutinel es un gallo de pelea pura sangre, de calidad, y abandonar el redil en estos momentos estelares para la reconformación del PRD sería no solamente un error garrafal, sino cederle mayor espacio a los que no deben disponer de ninguno.