El turno  es del cartel del gas

El turno  es del cartel del gas

El  gas natural ha estado aumentando de precio en el mercado internacional. Aquí ya el precio se ha triplicado. Con justa razón, los industriales  comienzan a preocuparse, pues las inversiones que han hecho para adaptar  sus empresas a ese combustible, atraídos por sus bonanzas económicas y ambientales, podrían perder las ventajas que las justificaron. Además, las alzas podrían restar incentivo a importantes inversiones en carpeta en este renglón.

A mediados de noviembre último tuvo lugar en Doha, Qatar, la primera cumbre del Foro de Países Exportadores de Gas (FPEG) y entre las resoluciones adoptadas por los doce países miembros está la de luchar por lograr equiparar los precios del gas con los del petróleo y velar por la sostenibilidad de los contratos de futuros a largo plazo. Antes de la cumbre, esos países habían hecho ajustes de precios, y los efectos los estamos percibiendo.

Habiendo surgido en el mercado del gas un cartel que quiere parecerse a la OPEP, los países que han entrado de lleno a depender de ese combustible deben adoptar previsiones y diversificar aún más sus esquemas de energía y transporte. El mercado del gas  está muy activo, con frecuentes hallazgos de nuevos yacimientos,  pero también con creciente demanda. Como en la historia del petróleo, el FPEG está tentado a saborear el pastel de la especulación.

Ante un hecho horrendo

El Ministerio Público y la jefatura de la Policía deben asumir la obligación de  investigar hasta las últimas consecuencias el suceso en que fue muerto de un cartuchazo por la espalda Giordano Rafael Hernández, de 20 años.

 Hay testimonios de que un raso de la Policía que lo tenía bajo control,  le disparó porque “pensó” que iba a  correr. También se ha dicho  que se incurrió en la inmoralidad de querer callar el dolor de la familia con  dinero y el pago  del funeral.

Sucesos de esta gravedad justifican nuestra exigencia de que se modere la libertad que tienen los policías para hacer uso de la fuerza, y más aún contra personas sometidas a la obediencia y parapetadas delante del cañón de un arma de fuego.

No puede quedar sin castigo el hecho de que un policía mate a una persona amparado en el infantil pretexto de que “pensó” que podría huir.

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