El último adiós del padre José Luis Alemán

El último adiós del padre José Luis Alemán

POR ÁNGELA PEÑA
El infinito aprecio que le profesaron en vida, tanto dentro de la Orden de los Jesuitas como en diferentes sectores de la sociedad dominicana, se evidenció en su funeral: era Nochebuena, llovía y, sin embargo, los templos donde se expuso su cuerpo exánime estuvieron colmados de quienes fueron a despedirlo, unos con inconsolable llanto, otros lamentando su desaparición irreparable, todos exaltando sus indiscutibles virtudes.

 Sacerdotes de distintas congregaciones, religiosas, estudiantes, empresarios, economistas, profesores, abogados, médicos, sociólogos, comunicadores, políticos, dieron el último adiós al reverendo padre José Luis Alemán, fallecido el pasado 24 de diciembre, a las 2:00 de la madrugada, en  Santiago de los Caballeros, donde aspiraba despedirse de este mundo, según testimonios.

 Allí se ofició la primera misa de cuerpo presente, en la iglesia Nuestra Señora de la Anunciación, de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, a la que sirvió durante cuatro decenios. El arzobispo Ramón de la Rosa Carpio presidió la Eucaristía en la que le acompañaron monseñor Agripino Núñez Collado, rector de esa academia, y doce curas más, entre diocesanos y jesuitas de los centros Bonó y Juan Montalvo, de la capital.

 “Doy gracias a Dios y a la Compañía de Jesús por haber permitido que el padre José Luis Alemán se dedicara al servicio de la Universidad por tantos años. Fue un regalo del Señor a la iglesia dominicana, a esta institución y al país”, dijo Núñez Collado al pronunciar la homilía con palabras emotivas que al final quebraron su voz e inundaron sus ojos de lágrimas.

 Manifestó que es difícil encontrar una persona que reúna las cualidades del profesional extinto, destacando los conocimientos, capacidad de análisis y comunicación del padre Alemán quien, a su juicio, “sobresalió por su sencillez y la manera natural y llana en que se desenvolvía en todas las actividades de su vida”.

 Agregó que quizá ni el mismo Alemán se daba cuenta de cómo cautivaba por su forma de decir las cosas con expresiones auténticas, “con un fondo crítico que a veces, inclusive, hasta podía escandalizar a los fariseos”.

 Significó que por esa manera de ser y de pensar, “el padre Alemán se ganó la simpatía y el afecto de cuantos tuvimos el privilegio de conocerlo y tratarlo. Por su forma abierta de expresarse sobre algunas cuestiones,  pudo provocar en algunos pensamientos equivocados en cuanto a la vivencia de su fe. Sin embargo, puedo dar testimonio de que el padre Alemán era un hombre profundamente piadoso. Tal vez esa condición hizo posible que, no obstante tener una preparación y conocimientos privilegiados, conservara esa apertura y capacidad de entender y dialogar en los más altos niveles sobre asuntos económicos, humanísticos, filosóficos o sociales con la misma naturalidad que dialogaba y conversaba con las personas más humildes”.

 Monseñor habló del amor y de la preocupación de Alemán por “los excluidos” y afirmó que el catedrático “creó una escuela de economía en la República Dominicana que se refleja en la referencia que muchos de sus alumnos hacen de él, como su maestro”

 Relató que el pasado viernes, al experimentar una notable mejoría, el sacerdote tenía la ilusión de que celebraría la Nochebuena fuera de la clínica, pero “el Señor lo llevó para que la celebrara en Su casa”, exclamó. Fue inevitable que el prelado llorara al concluir: “Padre Alemán, no nos olvide en tu Navidad y en tu Pascua”.

En Santo Domingo

 El féretro con los restos del padre Alemán fue trasladado a la iglesia Santísima Trinidad donde le recibieron el párroco, José Antonio Esquivel,  miembros de la comunidad del Recinto Santo Tomás de Aquino, feligreses y amigos. El Nuncio, Timothy Broglio, presidió la misa concelebrada junto a los sacerdotes Manuel Maza, SJ, Jesús Zaglul, Provincial de los Jesuitas, Agripino Núñez Collado, Manuel de Jesús Rodríguez y el diácono Frank Luis de la Cruz.

 Dijo Broglio en la homilía, que en vez de llorar se debía aplicar “en nuestros compromisos el ejemplo de la vida que llevó el padre Alemán”, resaltando su entrega a la enseñanza, su fidelidad a la vida religiosa. Al igual que Núñez Collado puso énfasis en el adiós del reconocido economista “justo en la vigilia de la Navidad, cuando celebramos el amor del Padre que ha querido enviar a su hijo para la salvación del mundo”.

 Previo al oficio religioso, el presidente de la Academia de Ciencias, Nelson Moreno Ceballos, y Luis Scheker, colocaron la bandera de ese organismo sobre el ataúd. Moreno narró la participación de Alemán en esa entidad, a la que pertenecía.

En Manresa Loyola

 La caravana partió hacia Manresa Loyola, donde después de una especial celebración eucarística fue sepultado el cadáver del ministro de Dios, en el cementerio que tienen allí los jesuitas, bordeado por el murmullo del mar en calma y la suave brisa de los árboles. La lluvia no detuvo el desfile interminable de curas con ornamentos blanco y morado que cargaron la caja mortuoria seguidos de la muchedumbre cantando “Ven con nosotros a caminar, Santa María ven”.

 El padre Láutico García esperó en la capilla de la primera planta y luego se le unió el también jesuita Ernesto Martín en una guardia que se prolongó hasta que hicieron entrada monseñor Francisco José Arnaiz, Agripino Núñez Collado, Fernando Polanco, Benigno Juanes, Jesús Zaglul, Francisco y Antonio Lluberes, Eugenio Rivas, Javier Vidal y otros jesuitas que sumaban más de 15 concelebrantes. Benito Blanco, superior de la casa, oró en silencio. Julio Cicero  y José Luis Sáez, compañeros de orden de Alemán, siguieron devotos la Santa Misa al igual que el padre Darío Taveras, MSC.

 El padre Antonio Lluberes dio lectura a una semblanza de Alemán, de quien dijo, entre otras cosas, que llegó al país en 1966. “La prensa dominicana se hizo eco de sus declaraciones o críticas a la política económica de los gobiernos. Los programas de televisión le hacían frecuentes invitaciones. Repasar sus declaraciones desde 1979 en los matutinos y vespertinos nos facilita una revisión de los errores y aciertos de la política económica nacional de las tres últimas décadas”, agregó.

Monseñor Arnaiz, enternecido, leyó la homilía. Alemán fue como su hermano.

Asistentes

 Como era Navidad, a las rosas té, los lirios cala, los claveles blancos de las coronas funerarias, acompañaron irremediablemente las flores de Pascuas colocadas en los altares para la misa nocturna del 24 de diciembre. El rostro sin vida del padre lucía sereno, sonriente, infantil.

 Entre los que acudieron estuvieron tres personas que fueron muy especiales en la vida de Alemán: Rosanna, su asistente del Recinto Santo Tomás de Aquino, en cuyos ojos nunca cesaron las lágrimas. La fiel Maty, que lo asistía en sus estadías en Santiago, y la doctora Zoraida García, que le trató desde que el sacerdote recibió el primer diagnóstico de sus multiplicados males.

 También Bienvenido Álvarez Vega, Rufino Herguedas, Mu kien Sang, Mirna Díaz, Radhamés y Amparo Mejía, Alina y David Álvarez, Frank Tejada y esposa, monseñor Rafael Bello Peguero, Alicia Guerra, Fernando Ferrand, Maribel Justo, Guillermo Vanderlinder, Juan Bolívar y Ada Díaz, Eduardo Fernández, el ex Presidente Hipólito Mejía y su esposa, Tirso Mejía Ricart, Bienvenido Brito, José Miguel Bonetti, Bernardo Vega, Servio Tulio Castaños,  Miguel Sang Ben, Carmen Bejarán, Isa Bisonó, Hugo Guilliani, Ramonina Brea, Frank Guerrero Prats, Marcos Villamán, Radhamés Segura, Max Puig, entre otros.

 En la Santísima Trinidad, el padre Jesús Zaglul hizo un breve perfil de ese “modelo de mansedumbre y ternura que fue el padre Alemán”, excusó a su hermana Olga Alemán, residente en Miami, por no estar presente en los funerales debido a que no encontró vuelo disponible, por la fecha, y aseguró que en el padre muerto “se cumplieron todas las Bienaventuranzas”.

 En su homilía dijo Arnaiz: “Mi querido José Luis: Todos tenemos un poco o un mucho de respeto al juicio de Dios que nos espera al término de nuestras vidas. Tú no le tengas miedo. Ten preparada tu defensa con la parábola de los talentos…”

Su vida docente

 Ordenado sacerdote el 31 de julio de 1958, a su llegada a la República Dominicana Alemán fue director del Centro de Información y Acción Social (CIAS). Luego fue encargado del secretariado latinoamericano de este organismo.

En 1968 se inició como profesor de Economía en la entonces Universidad Católica Madre y Maestra, en la que llegó a ocupar las posiciones de director del departamento de Economía, decano de la facultad de Ciencias Sociales y Administrativas, Profesor Titular y hasta la hora de su deceso, Profesor Emérito y director del departamento de Economía del Recinto Santo Tomás de Aquino de esa academia, en Santo Domingo.

 Durante años dirigió la revista Estudios Sociales, de la Compañía de Jesús, y se mantuvo vigente en la publicación de artículos económicos y sociales. Perteneció a diversas instituciones científicas y culturales y recibió varias condecoraciones y reconocimientos.

 Entre los libros que dejó publicados están: Economía dominicana 1975. Santiago ante el futuro. 27 ensayos sobre economía y sociedad dominicana. Crisis de la economía mundial. Población y educación. Tendencias recientes y urgencias futuras. Tecnología, economía y educación en la República Dominicana. Política y programas sociales. ¿Desarrollo con pobreza? Forma social y disminución de la pobreza.

 También Soberanía responsable de los contribuyentes: proyecto 2000. Cámara de Cuentas y rendición de cuentas en República Dominicana. De religión, moral, economía y otros caminos. Pensar económico.

 Alemán fue el ideólogo del postgrado en Pensamiento Social de la PUCMM.

 En una entrevista sobre sus repetidas recuperaciones y capacidad de rendimiento pese a su estado de salud, publicada en marzo de 2007 en HOY, el padre José Luis Alemán reconoció su estoicismo, que atribuyó a la educación familiar recibida, y confesó que ante tantas adversidades, aguantaba la enfermedad, aunque a veces sentía angustia. “No es nada agradable, uno experimenta lo desagradable, pero enfrenta lo que tiene sin perder el tiempo preguntándose por qué viene ni qué efecto tiene”.

 Sin embargo, admitió que en ocasiones le sobrevenía el desconsuelo, y manifestó: “La muerte es cosa seria, el alma como que no quiere separarse de este cuerpo”.

Sobre la enfermedad

El padre José Luis Alemán, cuya muerte ha consternado a quienes le conocieron y trataron, fue modelo de sencillez, trabajo, estudio y renovación constantes, resignación ante la enfermedad y de una inquebrantable fuerza de voluntad que producía asombro.

 En 1988 le detectaron un carcinoide y el diagnóstico y los tratamientos no detuvieron su ininterumpida carrera docente, la actualización en los asuntos económicos ni su entrega al ministerio sacerdotal ejercido con humildad admirable, fiel a los votos de pobreza y al amor y la condescendencia hacia el prójimo.

 El mal siguió invadiendo su cuerpo que parecía indomable. En los estudios clínicos que le practicaron en  2004 encontraron cáncer de colon y dos años después un nuevo tumor maligno se le alojó en el hígado. Previamente había sufrido una aterradora caída al concluir la celebración de la Santa Misa en la iglesia San Bartolo, de Gurabo. Se le fracturaron ambas piernas y el tiempo que permaneció acostado, inactivo, le ocasionó complicaciones serias que obligaron su ingreso en el Instituto Dominicano de Cardiología.

 Padeció también hepatitis C y le sobrevino una embolia pulmonar. Algunos pensaron que Alemán no se levantaría más. Recluido en la casa de los jesuitas de Manresa, Loyola, parecía un cadáver, con problemas de coagulación y cardíacos, inapetencia, inmovilidad. Tenía los ojos hundidos y se podían ver sus huesos. Los médicos ordenaron prohibir las visitas.

 “Yo también creí que moriría”, confesó el dulce y tierno cura en una entrevista concedida en marzo de 2007  tras regresar de la Florida, ya recuperado, fresco, lozano, jovial a pesar de la convalecencia por el “cateterismo quimioterapéutico hepático” a que lo habían sometido en Miami.

 Hasta hace unas semanas estuvo activo dirigiendo el departamento de Economía de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, era el superior de la curia de la Compañía de Jesús ubicada en la calle Correa y Cidrón, escribía sus artículos semanales para la sección económica del periódico HOY, cumplía trabajos pastorales y conducía frecuentemente su vehículo hasta Santiago, donde residió gran parte de su vida, que estuvo ligada a la Madre y Maestra durante casi más de medio siglo. Su domicilio estaba en Gurabo, donde compartía el modesto local del Centro de Formación y Acción Social y Agraria (CEFASA), del cual fue fundador, con el padre Gregorio Lanz y el extinto padre Guzmán.

 Justamente el pasado martes 18 de diciembre, la Fundación Corripio, que lo premió en el renglón Economía, le entregaría el galardón en el Teatro Nacional. No llegó a recibirlo.

 Su cuadro de salud se agravó en medio del reposo que guardaba en Santiago. Fue internado en Cuidados Intensivos de la Clínica Corominas, donde falleció.

Sobre su vida

 El reputado economista, filósofo, teólogo, educador, sacerdote, nació en México el 16 de septiembre de 1928, hijo de José Braulio Alemán, general cubano, y María Ivonne Dupuy, alemana. En edad temprana fue llevado a Cuba. Estudió en el Colegio de Belén, de La Habana, e ingresó a la Compañía de Jesús, de El Calvario, de esa misma ciudad, en 1945.

Cursó licenciatura en estudios Greco-Latinos del colegio Estanislao, de Salamanca, y era licenciado en Filosofía de la Universidad Pontificia de Comillas, de Teología, de la Theologische Hochsdale Sankt Georgen, Frankfurt, Am Main, y de Sacra Teología, de la Facultas Theologica SJ in Collegio Sacratissimi Francofurtensi Sankt, Georgen. Se recibió de Doctor en Economía en la Universidad de Frankfurt Main, en 1966.

El pasado martes 18 de diciembre, la Fundación Corripio, que lo premió en el renglón Economía, le entregaría el galardón en el Teatro Nacional. No llegó a recibirlo.

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