Más de un tercio de la población dominicana (35.2%) habita ya el súper ámbito urbano con atestados suburbios que es sede de la capital de la República con su Distrito Nacional y varios municipios de las más altas densidades de asentamientos. Más del 50% de las empresas legalmente constituidas se apiñan en esta geografía. Una reducida fracción del territorio nacional en la que vibran además con toda su fuerza las muchedumbres de la informalidad poco sujetas a reglas y bastante excluidas de impuestos y protección social; que por todo el país ocupan el 57% de las actividades lucrativas. Una ultra concentración demográfica en solo 292 kilómetros cuadrados propiamente urbanos que ejerce presiones sobre servicios públicos. Se ha crecido sin planificación ni ejecutorias para extender en paralelo y con calidad suministros esenciales de electricidad y agua potable cuya llegada regular a negocios y viviendas depende de recursos propios: generadores, inversores y onerosos pagos por camiones cisterna.
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Escuelas públicas en crisis de espacio que para este año lectivo dejaron sin aulas a miles de niños. Al menor brote infeccioso apenas caben los pacientes que llegan en tropel a salas de consultas hospitalarias. Urbe intransitable en casi un cien por ciento en horas pico con arterias de insuficientes adecuaciones al mayor número de vehículos. Consecuencias de un crecimiento que superó capacidades y genera conflictos sociales con solo una minoría saliendo a camino.