El (último) equilibrio de Nash

El (último) equilibrio de Nash

Como ya es sabido, John Nash murió en un accidente de automóvil el 25 de mayo pasado. Conocido por los académicos por sus aportes a las matemáticas, más ampliamente por haber recibido el Premio Nobel de Economía de 1990, y admirado por el gran público por la biografía de su vida, llevada a la gran pantalla: A Beautiful Mind.

Su genialidad para las matemáticas lo llevó en la década de los cincuenta a desarrollar la teoría de juegos, un gran aporte para entender la interacción entre agentes económicos en los mercados imperfectos (monopolios, duopolios y oligopolios) y fundamental en todas las ciencias sociales, para entender cómo funciona el proceso de toma de decisiones en entornos complejos, incluido, por ejemplo, el proceso electoral.

Hay varios modelos de la teoría de juegos que se hicieron tan famosos como el propio John Nash. Uno de ellos, un clásico para explicar en qué consiste esta teoría: el dilema del prisionero. Un juego simétrico de solo dos jugadores; delincuentes, que interrogados por separado, enfrentan a cumplir más años de cárcel si se equivocan en su decisión de confesar o no. El resultado de cada elección depende de la elección del otro implicado. El juego se hace interesante porque uno no conoce qué ha elegido hacer el otro; e incluso, si pudiesen pactar entre sí, no podrían estar seguros de confiar mutuamente. ¿Hay solución al dilema? Sí. Confesar es una estrategia dominante para ambos jugadores. Sea cual sea la elección del otro jugador, pueden reducir siempre su sentencia confesando. Sin embargo, la desconfianza (o la asimetría en la información) hace que probablemente el resultado dominante sea la no confesión para ambos, que es el que arroja el peor resultado.

Es a la vez sencillo y apasionante que el razonamiento matemático pueda ser utilizado para prever el resultado posible de las complejidades sociales, sean estos “juegos” de negocios, financieros, psicológicos y políticos. Aún más, es apasionante entender por qué la acción racional de los agentes económicos (o sociales o políticos) puede llevar a resultados irracionales.

Un concepto importante en la teoría de juegos es el equilibrio de Nash, también llamado equilibrio estratégico, que es una lista de estrategias -una para cada jugador- en la cual ningún jugador puede unilateralmente cambiar su estrategia y mejorar el resultado obtenido para sí. Es decir, cada actor individual no gana nada modificando su estrategia mientras los otros mantengan las suyas. Así, cada jugador está ejecutando el mejor «movimiento» posible teniendo en cuenta los movimientos de los demás jugadores. Se me ocurre que, en algunos países, lograr construir nuevos y mejores resultados requiere que todos en el juego se decidan a modificar sus propias estrategias.

El propio John Nash, de forma metafórica, se encontraba en un dilema similar en su vida personal. Ya anciano, reconocido, admirado, habiendo vencido con su mente brillante la esquizofrenia, ligado a su esposa, encontró un último equilibrio. Sin él, ella perdía el amor de su vida. Él, sin ella, estaba perdido (casi literalmente) en el mundo. Murieron juntos, en un último equilibrio, del juego de la eternidad. En su memoria, nuestra admiración.

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