El último viaje de Kennedy

El último viaje de Kennedy

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Mientras el dolor se apoderaba -a todo lo largo y ancho- de Estados Unidos, y la pena se esparcíalos cinco continentes, tras confirmarse la muerte de John F. Kennedy, el vice presidente Lyndon B. Jhonson tomaba juramento como el mandatario número 36 de la nación yla televisión transmitía, horas después, el primer asesinato en vivo.

Los médicos del hospital Parkland de Dallas se empeñaban en la emergencia del gobernador de Texas, JhonBowdenConnally, blanco de uno de los dos disparos queacabaron con la vida de John F. Kennedy, y los agentesconcentraban sus esfuerzos en torno al edificio donde operaba un depósito de libros, desde donde se dijo que procedían las balas.

Dos jóvenes afirmaban haber visto a un hombre con un arma en la ventana del edificio desde donde se presume que salieron los disparos: “Está aquí la unidad K9”, se escuchó por las unidades policiales.

“Tenemos aquí a alguien que dice que vio a un hombre retirar un arma de la ventana del segundo piso de la esquina sudeste de ese almacén. Prepárense para entrar a registrar”, se escucha en un corte del documental JFK: Tres Disparos que Cambiaron América, divulgado medio siglo después de la tragedia.

En medio de la emergencia, un agente describeel perfil de un sospechoso: “Es un varón blanco de aproximadamente treinta años. De constitución delgada. 175 de estatura y unos 70 kilos de peso. Va armado con un rifle de lo que parece ser calibre 30.Por el momento esos son todos los datos de que disponemos”.

Varios detalles coinciden con la descripción de Lee Harvey Oswald, un joven que en su afán de escaparmató al oficial de Policía J. D. Tippt, cuando este último le dio la orden de pare, veintiocho minutos después de los disparos contra la caravana presidencial.

Treinta y seis minutos después de este incidente, la cadena CBS transmite un boletín. “El rifle que presumiblemente se ha usado para cometer el asesinato, ha sido encontrado en el sexto piso”, decía el periodista Jhon Scott.

Oswald, estaba escondido en la platea del Teatro Texas, cuando fue apresado por la Policía, justo una hora y 20 minutos después de los disparos contra el presidente.
“Espero de todo corazón que este asesino, sea quien sea, no estérelacionado con grupo político alguno. Ni con los llamados grupos de odio. Ni con ningún otro. Lo contrario resultaría desgarradorpara la clase política de nuestro país”, comentaba un analista de la CBS.

A las 2:38 de la tarde, una hora y 18 minutos después de anunciarse oficialmente la muerte de Kennedy, la jueza federal Sarah T. Hughes Tomaba juramento a Lyndon B. Johnson, en el Air ForceOne, como presidente número 36 de los Estados Unidos.

“Creo que ha sido una conspiraciónperfectamente planeada”, comentó un analista de televisión, tras destacar: “Es la primera vez en nuestra historia que se emplea un rifle para matar a un presidente. Tiene que haber sido una conspiración cuidadosamente panificada”.

Un reportero transmitía en vivo desde base de la Fuerza Aérea de Andrews, a las cinco y cuatro minutos de la mañana: “Estamos asistiendo al triste momento de ver un relevo forzoso en el puesto más alto del gobierno. El ex vicepresidente Lyndon B. Johnson, ahora Presidente de los Estados Unidos, regresa a Washington junto al cadáver de su ex jefe del ejecutivo”, decía.

Con voz apagada y triste, un presentador de televisión recordaba que a Kennedy le gustaba citar a Robert Frost. Una de las frases favoritas del presidente decía. “Tengo promesas que cumplir y muchas millas que recorrer antes dormir”.

La nación estaba consternada, conmocionada, confundida y triste, y la gente caminaba hablando en voz baja.En Boston, la sinfónica tocó una marcha fúnebre, la tercera de Beethoven.

El mundo reacción con dolor. La campana de la abadía, en Londres, repicaba minuto a minuto, como señal de respeto reservada solo a la familia real.
En el palacio de Francia se adelantó la colocación a media asta de la bandera, como gesto de aprecio. El protocolo de esa nación indicaba que debía ser el mismo día del funeral.

Las autoridades de Berlin, en Alemania occidental, decretaron luto oficial, hasta que pasara el sepelio. Y en Italia se cerraron todos los teatros. Lo mismo en Irán, Irak y Jordania. Y en el continente de Kennedy, América, las lágrimas corrían como río que no cesa.

A las 6. 17 de la tarde, en la Comisaría de Policía de Dallas se mostraba el arma del asesinato del Presidente, y el sospechoso era visto por primera vez en la televisión. Se quejaba de que le interrogaban sin la presencia de un abogado.

¿Le ha disparado usted al presidente?.–le preguntó un periodista–. Y este respondió: “Yo no he disparado a nadie”.

La prensa divulgó que el acusado era director local de un grupo procastrista de Cuba y queviajó a Rusia en 1959.

En otra presentación a la prensa, un periodista volvió a preguntarle a Oswald. ¿Disparó contra el presidente?.

Y este responde: “No, me han detenido porque viví en la URSS”.

“Ese es Lee Oswald. -dijo un comentarista de televisión-, a quien han acusado de asesinar alpresidente de los Estados Unidos, aunque él diga que no lo sabe”.
Los periodistas abordaron al jefe de la Policía de Dalas, JessyCurrier, quien dijo –en referencia a Oswel– :“Ha estado siempre muy arrogante”.

¿Qué ha dicho?, le preguntó un reportero al jefe policial y el comandante contestó: Lo niega todo.

Otro reportero preguntó aCurrier. ¿Tiene alguna dudas de queOswald sea el hombre que mató al presidente?. Y este respondió

“Creo que es el hombre que mató al presidente”.

Un tema que entró al debate de los medios fue lo que debieron coordinar el Buró Federal de Investigaciones (FBI), Y la Policía de Dallas, previo a la visita de Kennedy.
Los periodistas vuelven a ver al Oswer a las 2:14 de la tarde. “Me han fotografiado con una camiseta –dijo-, por supuesto que me señalarán”.

La Policía de Dallas tomó la decisión de trasladar el prisionero a la cárcel delCondado.
Dos escenarios acaparaban la atención de los estadounidenses, ese histórico domingo 24 de noviembre de 1963. El lugar donde se rendía homenaje póstumo a Kennedy, y el sótano de la Policía de Dallas donde cientos de agentes llegaron con armas antidisturbios.

En Dallas crecía la tensión por el traslado de Oswald, de tal manera que se llevó un vehículo blindado para transportarlo. La televisión y la radio transmitían en vivo el momento más esperado en Texas.

Y entonces el momento cumbre.“Ahí está Lee Ossel. Ahí está. El prisionero avanza rodeado de policías”, decía un reportero.

De repente, un hombre con sombrero negro, se avalancha sobre el prisionero.
¡!!Boom!!!.“Han disparado contraOswald”, dijo un reportero.

En medio de un gran revuelo, los detectives sacaron sus armas.
Uno de ellos dijo: “No, no ha ocurrido”.

Y en la Casa Blanca cuando salía elataúd forrado con la bandera, los sollozos se escuchaban en cada pausa de las veintiuna salvas, el redoble de tambores, largos toques de trompetas y el himno de la potencia mundial.

Jacquelintenía a sus lados a sus dos huerfanitos con trajes azules, tras el último viaje de su padre. Un nombre símbolo de la libertad y la democracia concentrado en tres letras que la humanidad jamás olvidará. JFK.

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