El universo digital sin límites

El universo digital sin límites

Parte I

¿Qué pensarían si les dijera que existe un circuito que es capaz de realizar tareas que hasta ahora eran únicas al ser humano? O, mejor aún, si les afirmara que para el 2020 habrá cuatro veces más datos que granos de arena. Lo anterior ya es una realidad. En California utilizaron un circuito neuronal para clasificar imágenes; una típica tarea humana. Por esto, es vital adaptarnos a estas nuevas tecnologías y elevar nuestras capacidades para mantener nuestra relevancia. En el presente artículo y en el próximo haremos una presentación sobre las nuevas tendencias tecnológicas hasta el 2020.

El universo digital se ha expandido dramáticamente en los últimos años, agregándole un valor tremendo a la calidad de vida del consumidor a través de servicios (pagos y gratuitos) tales como Skype, YouTube y Spotify. Una investigación realizada por el Boston Consulting Group aproxima el excedente del consumidor, es decir, el valor que los individuos asignan por encima del valor incurrido a cambio de servicios, aplicaciones y acceso en 3.5 millones de millones de dólares anuales. Este es solo el inicio, puesto que se estima que para el 2017 existan tres mil millones de usuarios de teléfonos inteligentes que contarán con velocidades de conexión, considerablemente más altas que las presentes y que los ingresos anuales del internet móvil, en trece países que representan el 70% del PIB mundial, se duplique a 1.55 millones de millones de dólares. Desde el 2008 se descargaron 200 mil millones de aplicaciones con un sinfín de funciones que buscan facilitar tareas tediosas como pedir direcciones o recordar trivialidades. Definitivamente, el mercado móvil y su explosión abrieron grandiosas posibilidades.

Asimismo, sería un error no mencionar el advenimiento del Internet de las Cosas que llevará la recolección de datos a un nuevo nivel. En un futuro, habrá miles de millones de sensores en un extenso catálogo de objetos que podrán predecir comportamientos y así proveer la mejor experiencia posible. Padma Warrior, ejecutiva de Cisco, afirma que 80 “cosas” son conectadas al internet por segundo. Para el 2025, según McKinsey, el impacto económico del Internet de las Cosas oscilará entre tres y seis millones de millones de dólares.

No obstante, esta revolución no solo nos impacta como individuos, sino que ha irrumpido en el sector empresarial con una marcada transición hacia un modelo de servicios con fuertes vínculos al cliente despojando al empresariado e instituciones públicas de modelos obsoletos. A este fenómeno lo bautizamos Economía de la Piraña, donde startups liderados por jóvenes sin capital como Kevin Systron y Mike Krieger, fundadores de Instagram, pueden competir con gigantes como Google, IBM y Microsoft gracias a las nuevas plataformas de computación en la nube.

Según el libro Bold, escrito por Peter Diamandis y Steven Kotler, la vida promedio de una compañía en el Standard &Poor’s es de apenas quince años gracias a la desmonetización, desmaterialización y democratización de ciertos servicios. Un ejemplo perfecto es Kodak. El auge de las cámaras digitales y el posterior surgimiento de las redes sociales la llevaron a la quiebra. Más impactante aún es la conclusión de una investigación del Babson School of Business que afirma que, en diez años, el 40% de las empresas del Fortune 500 no existirán. Emprendimientos como Airbnb y Uber han dejado pasmados a sus competidores convencionales, es decir, a cadenas de hoteles y empresas de transporte.

El liderazgo nacional, las empresas y las personas debemos evolucionar. Esta nueva era exige una generación de jóvenes versados en lenguajes de codificación y el manejo de la tecnología. Por ejemplo, en Nueva York y otros Estados norteamericanos ya existe una iniciativa para incluir la codificación en el currículum educativo de secundaria. Además, demanda empresas innovadoras que busquen reinventarse constantemente. La computación ya es un recurso abundante y barato cuyo potencial aumenta conforme pasan los días. Estoy convencido que las posibilidades son infinitas. No hay problema inalcanzable.

Investigador Asociado: Iván Kim Taveras.

 

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