El urbanismo de hoy como el arte de vivir

El urbanismo de hoy como el arte de vivir

El espacio público, receptor de conglomerados urbanísticos y arquitectónicos al servicio de la ciudadanía, es manifestación del ingenio humano desde la antigüedad. Las historias de las grandes urbes nos van enseñando cómo una ciudad es el testimonio del estado de salud cultural y política de una nación.

La Barcelona que hemos conocido en los años 60, con su Barrio Gótico, oscuro, temido, recluido, es hoy una zona de vida, palabra, imaginación y atrevimientos que atraen al mundo entero. La Rambla se ha convertido en un concierto de libertad y diversidad que desemboca en la inmensidad del mar. La ciudad de Barcelona, en su conjunto de renovación urbanística y arquitectónica, es una lección de concreto y arte al servicio del ciudadano. Y es que, desde las leyes constitucionales del postfranquismo, que les devolvieron a los diversos pueblos de España sus autonomías, la Generalitat llevó su proyecto político en sintonía con su proyecto cultural, haciendo de la arquitectura y el urbanismo una cultura de la democracia.

La ciudad del siglo XXI se entiende que debe responder a los sueños y las necesidades de sus habitantes. En los países industriales, después del éxodo del sector rural de los años 50 y 60 hacia las grandes urbes, el Estado centralizador se ha visto con la necesidad de deslocalizar las grandes industrias hacia toda la territorialidad nacional y proveer las urbes provinciales de instrumentos colectivos facilitando a la población el acceso a la convivencia pública a través del trabajo, del ocio y del transporte. Resultado de una inversión razonada por sociedades que entienden que el impuesto ciudadano está al servicio del progreso social.

Torino, Nantes, Hamburgo, Bilbao, Manchester, ciudades europeas cuyo auge industrial  y comercial significó una prosperidad económica y social en las décadas del 50 al 70, tuvieron que reinventar una nueva identidad a partir de los 80,s. Hace apenas veinte años, Bilbao seguía siendo la ciudad con la mayor polución de toda España, sellada por su cielo gris y sus fachadas ennegrecidas. La llegada del Museo Guggenheim, la modernización de todo el territorio de orilla a orilla del Nervión, empujaron a Bilbao en una puntera internacional de desarrollo, arte y cultura. Hoy día, los vizcaínos tienen una ciudad cosmopolita, abierta al mundo y al conjunto de las regiones y de las autonomías españolas. Vascongadas esta en la plataforma de un mundo global y compartido por la diversidad, la movilización de los 3 millones de visitantes anuales al museo, ofrece a los bilbaínos una extraordinaria dinámica de intercambios y de comunicación internacional creando lazos, nexos y nuevos retos.

A partir de los años 70-80, arranca la reestructuración de las grandes ciudades. La idea consiste en reintegrar a la posmodernidad arquitectónica las herencias del pasado, enfrentando los desafíos más atrevidos de la arquitectura, el rechazo de los conservadores apasionados.

Los arquitectos de hoy, como Santiago Calatrava, desarrollan un arte en la línea y en el volumen que ofrece al ciudadano el protagonismo central de todo proyecto. En el caso de la Universidad de Zurich, construida en 1908 por Hermann Fierz, dedicada a los estudios de leyes a partir de 1989, es hoy día una de las mayores bibliotecas universitarias y científicas de Europa. El arquitecto  Calatrava establece sobre este sustrato una estructura ligera de acero (cuatro puntos de apoyo fueron suficientes para elevar la estructura metálica de seis pisos) cuya forma oval realza la biblioteca convirtiendo los laterales en oficinas para la administración y espacios de conversaciones y comunicación para los usuarios. La división voluntaria del espacio pone al lector en el centro frente a un espacio vacío, receptor de la luz. Las estanterías y los libreros se ubican en la periferia y confirman que la lectura “es una experiencia solitaria y silenciosa que anima la intimidad entre el usuario y el libro”.

El siglo XXI obliga a los políticos a tomar en cuenta la transformación de la sociedad, no solamente por la reducción de las horas de trabajo o del reparto de la posibilidad del trabajo, sino también por el tiempo libre que se le impone al ciudadano en la medida de su tiempo existencial. Un trabajador despojado de su trabajo necesita invertir su tiempo existencial en un tiempo educativo a través del ocio, del deporte, del conocimiento y de su relación con el medio ambiente. Por esta razón, el sociólogo y politólogo Jean Rémond declaró que el siglo XXI será el siglo de la construcción del ocio colectivo como fuente de equilibrio colectivo.

Los servicios del ocio al aire libre son propuestas y actividades cada vez más frecuentadas por los y las ciudadanas. La crisis económica y social ha impedido que muchas familias de la clase media, del sector popular y a veces de la burguesía, puedan vacacionar, algo sagrado para el europeo. Frente a esta situación, los consejos municipales, a través de sus departamentos de deporte y urbanismo, ofrecen espacios verdes que permiten descansar sobre un césped compartiendo un picnic barrial, poderse refrescar en piscinas de medio cuerpo, patinar por senderos preparados y también correr y practicar la caminata a través de trazados de aventura que permiten mantenerse en contacto con la naturaleza. Los parques, los jardines, los bosques, son pulmones de vida necesarios que hoy día están vinculados a casi todas las formas arquitectónicas abiertas y cerradas. 

La Biblioteca Nacional de Francia, construida en el distrito de París 13, además de parecer un libro abierto de plexiglás, contiene en sus bases pequeños bosques exóticos de árboles y helechos que recuerdan la materia que será la base para fabricar el papel natural.

Ya no se trata de generar obras monumentales, distantes, ajenas e indiferentes a la totalidad de los sectores interactivos que responden a la convivencia, al buen vivir, en el marco de un servicio para todos. Más que monumental, la arquitectura y el urbanismo del siglo XXI sirven a la colectividad, incorporando los valores del futuro. Ver la ciudad, escuchar sus demandas, planificar su hábitat, ofrecer paz y convivencia en ella, son grandes desafíos que irán marcando los nuevos liderazgos del poder descentralizado en las regiones y municipios.

Descentralizar es ofrecer igualdad de oportunidades y hacer del desarrollo una alternativa para todos. El desarrollo urbano ya no se limita a las capitales de los Estados.

El desarrollo urbano debe someterse a reglas claras, de propuestas y opciones que se desenvuelvan siempre bajo la ética de decisiones compartidas, concertadas, sopesadas, al servicio de las mayorías. Una ciudad falta a su vocación democrática cuando cae en el poder exclusivo de la especulación inmobiliaria sin la autoridad moral de la decisión tomada dentro de las normas que rigen las instituciones municipales y estatales. Cuando los Estados  se ponen al servicio de las apuestas y de las especulaciones urbanas, fallan al proyecto democrático.

En síntesis

Santiago Calatrava

(Valencia, 1951) Es  considerado  como uno de los arquitectos especializados en grandes estructuras, que contrario a lo habitual usa las estructuras de los edificios que construye como  elementos  esenciales en las mismas. Su obra se valora como una auténtica revolución, ya que integra  la arquitectura con  la ingeniería, separadas desde el siglo XVIII.

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