El vacío que nos deja Rafael Perelló

El vacío que nos deja Rafael Perelló

La cultura y lomas cafetaleras de Baní están de duelo. La muerte de Rafael de Jesús Perelló el pasado sábado 17 impacta en el sentimiento de toda una región que había encontrado en él un apoyo de las iniciativas culturales en un espacio para fomentar, crecer y ser más útiles a Baní con el magnífico Centro Perelló.
Chuchú, como se le conocía cariñosamente en el seno familiar, y por sus amistades de correría infantiles en Baní, nos deja un legado ejemplar de trabajo y dedicación, que pese a la enfermedad que padecía desde hacía varios años, en ningún momento se arrinconó sino que sus inversiones y participaciones en la vida empresarial dominicana fueron decisivas en la economía nacional. Creció a la sombra de su padre don Masusito, que fue un inquieto empresario banilejo en su pueblo natal, donde estableció las bases de lo que sería su poderosa e influyente Industrias Banilejas, que desde 1945 es una marca país en el procesamiento del aromático café dominicano.
Rafael de Jesús, aparte de sus estudios llevados a cabo en el país, también continuó sus aprendizajes en centros de Estados Unidos donde luego muy joven, en 1958, se incorporó a la vida empresarial cafetalera de su familia. Con un bajo perfil pudo llevar a cabo sus dos pasiones el café y los gallos. En este campo es reconocido, tal como lo fue su padre, como uno delos principales galleros dominicanos. La calidad de sus ejemplares es reconocida a nivel nacional e internacional. Pero una pasión que era poco conocida de Chuchú era su finca experimental de mangos, que mantenía en la parte trasera del Centro Perelló, en Escondido, Baní. La calidad de esos mangos, casi 100 variedades, compiten con la finca que cultiva un conocido y carismático político dominicano en Canastica, San Cristóbal. Ambos eran íntimos amigos y se mantenían hablando de sus mangos y de cómo sus amigos ocasionalmente eran partícipes del sabor y calidad de los mismos. Durante todo el año, Rafael en sus almuerzos en su centro de trabajo de Induban, con sus hermanas y amigos íntimos, brindaba como postre estos mangos muy exclusivos que no los hay en el mercado.
El sueño de la familia Perelló era devolverle en agradecimiento a Baní algo que perdurara para las futuras generaciones. La idea original era dotar al pueblo de una biblioteca. Esta idea poco a poco fue modificándose después de 1999, cuando murió don Masusito. El sueño de Rafael era ofrecerle a Baní y la región sur un centro cultural de envergadura similar al Centro León de Santiago. Rafael en sus objetivos se esforzó en la planificación y concepción del proyecto. Poco a poco fue concretizándose el centro, y en septiembre del 2011 se inauguró el espléndido edificio del Centro Perelló, en Escondido, a escasos dos kilómetros del centro de Baní. Desde entonces ha llenado un vacío que existía ante la indiferencia hacia los asuntos culturales. Pero cientos de jóvenes han encontrado en sus instalaciones un lugar para beber de la cultura, de los conocimientos y potenciar sus talentos en ofrenda al pueblo que los vio nacer, con la realización de diversos tipos de talleres, cursos y seminarios.
Don Rafael fue el soporte que mantenía en alto los ideales de un grupo de ciudadanos banilejos, que agrupados bajo la Alianza Banileja en Santo Domingo, están empeñados en rescatar los valores tradicionales de la cultura de la comarca. Al mismo tiempo cooperar y asistir aquellas instituciones que trabajan con los sectores más vulnerables de la comunidad. Los tradicionales convites banilejos, que organiza cada año la Alianza desde el 2003, solo son posibles con la inestimable ayuda de INDUBAN, que por instrucciones de don Rafael ponen todo sus empeños en ofrecer a los asistentes una llamativa exposición conjuntamente con el Centro Perelló.
Me uno al dolor de los familiares y en especial de las hermanas de don Rafael, Daysi, Noris, Kirshis y Dianita, modelos admirables de trabajo y dedicación a la empresa familiar, que en sus manos sabemos que no perecerá el sitial de una empresa que modernizada durante más de 40 años constituye un orgullo nacional y referente de la buena calidad de sus productos. El grano de ese café es recolectado en diversas regiones del país desde el original de Baní y Ocoa hasta de Rancho Arriba, El Cercado, Polo, Moca y Peralta. Y a veces por el exceso de demanda tiene que ser importado hasta de Vietnam para satisfacer la adición de los dominicanos por ese aromático grano. Gracias al tesón imparable de don Rafael, el dominicano afianzó su predilección del café dejando de lado los tradicionales coladores de tela que nos hicieron adictos a su aroma con las grecas de todo tipo y modelos para obtener una apetecible bebida al gusto de cada dominicano.

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