El valor de dos brillantes comunicadoras

El valor de dos brillantes comunicadoras

Desde hace tiempo el espacio televisivo nacional es dominado por dos excelentes comunicadoras, las cuales, desafiando los peligros, tienen el valor de dar a conocer la serie de desmanes cometidos por determinados políticos, en agresión flagrante de los recursos públicos y con el descaro de no sentirse culpables.

Nuria Piera y Alicia Ortega se han convertido en la tabla de salvación de la maltrecha honestidad nacional; ésta luce carcomida y desecha por la forma tan expedita de cómo se ha entronizado el dolo en el quehacer de los funcionarios públicos, los cuales proclaman inocencia en sus actuaciones y esgrimen una supuesta transparencia al frente de instituciones vitales para el desarrollo nacional.

Las noches de los sábados y de los lunes son esperados por una nutrida masa de tele espectadores, en donde reportajes bien elaborados, y con datos suficientes para que cualquier miembro del ministerio público proceda en consecuencia y no escudarse a la espera de la querella, que pocas veces llegará a los tribunales.

En una época con una enorme pérdida de valores, cuando el oficialismo tiene por costumbre buscar la adhesión y el silencio cómplice de decenas de comentaristas televisivos, radiales y de medios escritos, el que dos hermosas damas, desprendiéndose de la tranquilidad y seguridad de sus hogares, arriesgan cada semana sus vidas con explosivos reportajes, deben merecer un apoyo incondicional de una ciudadanía huérfana de voces responsables y sensatas para hacerle ver a los gobernantes de que no todo es un paraíso, como lo pinta el oficialismo.

Es indudable la existencia de una pobre calidad humana, moral y ética en los políticos como servidores públicos, empujándolos a cometer tantos latrocinios con mucho descaro; eso es parte de una rémora que debe ser extirpada si alguna vez pudiera pensarse en un estado de derecho.

La abrumadora y atosigante propaganda oficial, afirmada con sus incontables avisos y reportajes, tratan de presentarnos un estado de bienestar generalizado sin impactar en la población; por eso se ve como algo necesario y esperanzador la existencia de programas como el de Nuria y El Informe, los cuales llenan un espacio, que se compensa con otros de voces masculinas, sosegadas y certeras, en contraste con el andamiaje oficialista, afanoso y pretencioso en la compra de muchos cerebros, en otrora algunos muy creíbles y admirados por la opinión pública.

EI ejemplo de Nuria y Alicia, y de otras pocas voces y plumas, constituyen el contrapeso frente a las intenciones de embobar a la opinión pública, de forma que por más desmanes cometidos, se pretenda pasarlos desapercibidos. Así tendrían la oportunidad de continuar cometiendo increíbles aberraciones de la conducta humana.

La burocracia estatal es inoperante por la permisibilidad en el comercio de las drogas, con el país como trampolín para su acceso a Estados Unidos y a Europa, así como la escasa respuesta, con razones y contundencia, de la presencia de pretores norteamericanos exigiendo una mejor conducta con los ilegales haitianos. También acceden a préstamos, en especial de origen brasileño, en donde de antemano se conocen los principales beneficiarios cariocas; algún día veremos los estupendos reportajes de Nuria y Alicia desmenuzando el trasfondo de los mismos.

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