Günter Grass es un valioso escritor germano, Premio Nobel de Literatura, que publicó el día 4 de este mes en varios diarios europeos, El País de Madrid, uno de ellos, un poema-censura a la actitud inhumana del Estado de Israel manejar el problema de sellar la paz definitiva con sus hermanos de padre palestinos.

Un escritor y un periodista deben siempre cortejar la verdad y la justicia y de no disponer de valor personal, atributo sine qua non para ejercer ambas profesiones liberales, cuando menos saber esconder el miedo. Sobre todo a la edad de Grass, 84 años, cuando es reducido el trayecto restante por vivir, resulta gratificante sacudirse la coyunda miserable del silencio culposo, y expresar sin ambages todo cuanto es obligatorio en procura de una sociedad planetaria mejor, propiciando un cosmos que reduzca al mínimo las controversias, los rencores y la vesania del hombre contra el hombre.  

Es  como ha procedido el notable escritor germano, cuando más bien que censurar,  ha redactado en una nota, poema o prosa, un llamado al Estado de Israel al consenso, a variar la conducta prepotente y humillante y propiciar un clima de avenencia que posibilite por la vía del acuerdo definitivo para honrarse, no la burla  de todos que han” oficializado” los israelíes.

Günter Grass ha escrito una exhortación sensata y laudable conectada con el propósito connatural que impulsa el anhelo de mediante el expediente del diálogo sincero, el Estado de Israel obtener con carácter definitorio todo cuanto no ha podido obtener en cinco guerras en las que se impuso por la superioridad de las armas, no por la equidad y el espíritu fraterno contra un contendor virtualmente inerme, como lo son sus hermanos palestinos.

Agigantar a proporciones perversamente irreales el argumento maniqueo de la preservación del Estado de Israel, una realidad robusta que los hombres de buena voluntad respaldamos en la idéntica magnitud del imperioso reclamo de la proclamación sin rechazo alguno del Estado Palestino.