En lo que ha sido el inicio de este mes, las iglesias evangélicas del país han producido dos manifestaciones de gran connotación.
Primero fue la actividad realizada el día primero por el reverendo Ezequiel Molina Rosario en el Estadio Olímpico Félix Sánchez.
Como pudo ser apreciado por todo el pueblo dominicano, allí se congregó todo un mar de gente.
La otra actividad recién acaba de transcurrir esta misma semana. Y fue la celebración de la convención nacional del Concilio Evangélico de las Asambleas de Dios, lidereada por el reverendo Miguel García Frías, superintendente nacional.
Se trata de la organización evangélica de mayor número en todo el país, pues cuenta con unas dos mil congregaciones y una membresía de unas 150 mil personas.
En la convención estuvo presente todo lo que es ese liderazgo que dirige a esa gran obra nacional.
En ambas actividades, los evangélicos expresaron su preocupación por lo que está ocurriendo en el país.
En sus declaraciones y plegarias a favor de un cambio en la nación, los creyentes dan muestras de estar muy interesados en que todas las fuerzas vivas de la nación tomen acciones conjuntas en la solución de los males que nos aquejan y que abarcan la corrupción, la inseguridad ciudadana, la falta de cumplimiento a las leyes, la pobreza, el problema del narcotráfico, la violencia y la falta de funcionamiento de los servicios primarios.
Pero los evangélicos no sólo articulan contundentemente discursos, sino que su trabajo tesonero en las comunidades es sano y de una efectividad muy valiosa y a la vista de todos.
Es muy apreciable su labor socio-espiritual a favor de las familias.
Definitivamente, las iglesias evangélicas son una realidad social que tanto gobiernos como las instancias sociales deben tomar muy en cuenta.