EL VALOR DE LA IMAGEN

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Control extremo

Desde el contexto de la administración, el control es un recurso que emplean los gerentes y supervisores para hacer cumplir  las normas, reglas y procedimientos que rigen la dinámica de una empresa e institución determinada.

Cuando el control es empleado más allá de las funciones que le asigna el proceso administrativo, tiende a verse como un mecanismo negativo para la mayoría de las personas, ya que se le relaciona con restricción, imposición, delimitación, vigilancia o manipulación.

Es como dice el refrán popular. «Todo en extremo es malo». Cuando en una organización, para mantener la supuesta productividad y disciplina laboral se apela al control irracional como medio para garantizar la cohesión de sus miembros, ésta automáticamente pierde su razón de ser. Las personas tienen que relacionarse, comunicarse y compartir experiencias libremente. En este sentido, tratar de controlar estas necesidades humanas es contribuir a crear un clima laboral errático y enfermizo.

La gerencia moderna recomienda a los gerentes y supervisores solo emplear el control en aquellas actividades que por su naturaleza y circunstancias lo ameriten. Por lo general, las organizaciones que operan bajo un sistema de control extremo, sus decisiones y actuaciones son lentas, con lo cual pierden competitividad. 

Las organizaciones con excesos de controles, son más proclives a crear climas laborales poco productivos y competitivos. Los controles solo son útiles cuando contribuyen a realizar una gestión creativa y sostenible de los procesos organizacionales. Se ha comprobado que la vía más corta y segura para desarrollar climas laborales sustentados en la desconfianza, es mediante la creación de controles excesivos e improductivos. Hoy, la confianza es un factor de éxito para cualquier tipo de empresa e institución.

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