Hoy más que nunca, la productividad, competitividad, posicionamiento y participación de mercado de las empresas e instituciones dependen de la buena gestión que lleven a cabo sus directivos, ejecutivos y gerentes, en torno a los diferentes tipos de recursos que posibilitan el manejo eficiente de sus procesos estratégicos y operativos: tecnológicos, materias primas, instalaciones físicas, maquinarias, inmobiliarios, terreno, talento humano, entre otros. Sin importar su naturaleza y tamaño, cada uno de estos recursos juega un rol importante en la sostenibilidad y rentabilidad de las organizaciones. El buen trato a los empleados se siente y se percibe cada vez que estos ofrecen un servicio a clientes externos o cuando tienen que hablar acerca de la organización para la que trabajan.
Hallazgos procedentes de estudios relacionados con el desarrollo y comportamiento organizacional establecen al personal o talento humano como un factor estratégico, transversal y decisivo para garantizar la sostenibilidad de la productividad y competitividad de las compañías, las empresas e instituciones. Pese a ello, son muchos los directivos, ejecutivos y gerentes que ponen más énfasis en los factores de índole materiales que en los humanos. El talento humano siempre será el factor que más valor añade al desempeño general de las organizaciones.
Tratar bien a los empleados, sin demagogia, sin privilegios y sin amenazas emocionales, permite que ellos crean y se identifiquen con los objetivos que dicen tener sus superiores. Los directivos, ejecutivos y gerentes que piensan, deciden, actúan y hablan desde la perspectiva de lo mediático, obviando lo estratégico, suelen poner toda su energía, creatividad y entusiasmo para lograr y mostrar resultados de corto plazo. Desde su miopía gerencial, lo material cuantitativo es más relevante que lo que produce bienestar humano.