El valor de la imagen : Falsa identidad

El valor  de la imagen : Falsa identidad

J. LUIS ROJAS.

Todo tiene una identidad: Los países y sus ciudadanos, las corporaciones, las compañías, las empresas, las agencias de servicio público, las marcas, los procesos, las profesiones, etc. En términos prácticos, la identidad es el conjunto de componentes tangibles e intangibles, cuyos significados permiten el posicionamiento, el conocimiento, la valorización y la distinción de los sistemas y objetos. Forman parte de la identidad la misión, la visión, los valores, los principios, el pensamiento, las decisiones, las actuaciones, las relaciones y la forma de comunicarse. La identidad es el ADN que define la personalidad, el carácter y el quehacer de las sociedades y el de sus miembros y organizaciones.

En cambio, la falsa identidad se asocia a prácticas ilícitas, a la usurpación de funciones ajenas para obtener beneficios tangibles e intangibles, al uso malsano del significado de los símbolos, a la construcción de perfiles falsos de imagen pública, a la permisibilidad de la impunidad y la corrupción, a la violación de las normas y leyes que rigen las relaciones y convivencia humana. En ciertos momentos, lugares y circunstancia, la falsa identidad es un medio que emplean las empresas, las instituciones, las marcas y las personas con la finalidad de lograr determinados fines económicos, políticos, sociales, profesionales, científicos, etcétera.
Como se sabe, la identidad es el conjunto de rasgos o características tangibles e intangibles que diferencian a una sociedad, a una persona, a una empresa, a una institución y a una marca con relación a otras. En este sentido, podría decirse que todo tiene una identidad, gracias a la cual es posible conocer, distinguir y diferenciar. En pocas palabras, la identidad es la sumatoria de rasgos y símbolos que proporcionan significado a las cosas. La identidad de una sociedad y de sus organizaciones, siempre será un reflejo de la forma en que piensan, deciden, actúan, se relacionan y se comunican sus miembros y líderes.
En definitiva, una de las vías que utilizan las audiencias para conocer, distinguir y diferenciar el rol y la misión de las sociedades, de las empresas, de las instituciones, de las marcas y de las personas, es la manera en que éstas piensan, deciden, actúan, se relacionan y se comunican. Es decir, los ciudadanos se forman un marco de referencia lógico del rol que deben cumplir las instituciones públicas y privadas, a partir del discurso, la praxis y la simbología que acompañan el quehacer de éstas.

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