Perfil del relacionista
Los perfiles humano y profesional del relacionista que requieren las empresas e instituciones de hoy son diferentes a los que se requerían para gestionar las relaciones públicas de siglos pasados. Se espera que el talento humano de las relaciones públicas actuales piense, decida, actúe y hable como lo hacen los auténticos humanistas.
El perfil humano del relacionista de hoy debería enmarcarse en lo que ha planteado el dramaturgo y poeta inglés, William Shakespeare, el cual, en una de sus obras, describe y clasifica el tamaño de las personas en enorme, pequeño, gigante, grande e insignificante. Para ello, toma como punto de referencia la consistencia y estatura de condición humana.
Según lo dicho por Shakespeare, el relacionista actual siempre tendría que ser, en cada momento, lugar y circunstancia, una persona que evidencie y ponga en práctica su condición humana. El tamaño ético y profesional del relacionista del siglo XXI debería ser enorme, gigante y grande; y nunca jamás pequeño e insignificante.
Para William Shakespeare, una persona es enorme, cuando habla de frente y vive de acuerdo a lo que habla, cuando trata con cariño y respeto a los demás, cuando mira a los ojos y sonríe. Estas condiciones humanas son esenciales para planificar, gestionar y controlar las políticas, objetivos, estrategias y acciones tácticas de las relaciones públicas que demanda el entorno competitivo actual.
Además, Shakespeare considera que una persona es gigante cuando se interesa por la vida de los demás, cuando busca alternativas para ayudar a crecer a sus relacionados, cuando sueña junto con sus colaboradores y cuando trata de entender a los demás aunque no piensen igual que ella. Para ser un relacionista ético y confiable, es necesario conocer y practicar los fundamentos que sirven de sustento al humanismo.