EL VALOR DE LA IMAGEN. Los errores se pagan

EL VALOR DE LA IMAGEN. Los errores se pagan

J. LUIS ROJAS.

El precio que tendrá que pagar la empresa automotriz Volkswagen por haber incurrido en el error de colocar a once millones de sus autos un software que altera las mediciones de expulsión de gases, pretendiendo con ello que los consumidores estadounidenses y los de otros mercados mundiales creyeran que compraban vehículos más amigables con el medio ambiente, impactará negativamente los activos tangibles e intangibles de dicha marca. Este ha sido el peor escándalo en los 78 años del Grupo Volkswagen.

El descontento de los que siempre han creído en la calidad y el confort de los vehículos que fabrica la Volkswagen, se ha visto reflejado en los contenidos que difunden los medios de comunicación, principalmente a través de las redes sociales. La crisis de confianza es tan grande que varias agencias automotrices, distribuidores privados y consumidores estadounidenses han optado por vender sus vehículos, a pesar de que hace pocos días antes se consideraba la marca líder por su alta calidad y confiabilidad.

En este mundo globalizado, donde todo se sabe y se dice, gracias a la tecnología de la información y comunicación, es casi imposible que las empresas, las instituciones y las marcas puedan ocultar el impacto negativo que tienen para la reputación, la credibilidad y la imagen pública, incurrir en prácticas deshonestas y carentes de éticas, opuestas a las normas y leyes existentes en los mercados que protegen los derechos de los consumidores y el medio ambiente.
La situación por la que está atravesando la imagen pública de la Volkswagen es un problema que trasciende el aspecto económico de los que han comprado los automóviles.

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