El valor de la imagen. Más mal que bien

El valor de la imagen. Más mal que bien

J. LUIS ROJAS.

El concepto limitado y errado que tienen muchos directivos y ejecutivos de empresas privadas e instituciones públicas, con respecto a las funciones estratégicas de las relaciones públicas dentro y fuera de las organizaciones, ha facilitado que éstos perciban y traten al relacionista como si fuese su mensajero personal de notas de prensa. La credibilidad y la reputación también se pierden por falta de coherencia entre la práctica y el discurso.

Crear una estructura interna de relaciones públicas para que se encargue exclusivamente de elaborar y difundir notas de prensa, las que casi siempre obvian los resultados institucionales alcanzados mediante el trabajo en equipo, constituye una inversión sin retorno. Le hace más mal que bien a la imagen pública de las empresas e instituciones mantener en los medios de comunicación un flujo permanente de informaciones que no coinciden con los hechos.

Los directivos y ejecutivos de empresas e instituciones que se empecinan en creer que la tarea más importante de un relacionista consiste en tratar de comprometer a los medios de comunicación para que difundan todo cuanto ellos digan y hagan, sin importar la veracidad y el valor noticioso de la información, incurren en un gravísimo error. En el siglo XXI, no es inteligente enviar noticias irrelevantes a los medios de comunicación.

Es incorregible el daño que se le hace a la imagen pública de las empresas e instituciones que emplean las relaciones públicas como plataforma mediática para crear percepciones a partir de mentiras y realidades pre-fabricadas. Las audiencias de hoy perciben y enjuician negativamente a las organizaciones que dicen y aparentan lo que en realidad no son.

En el país, cada vez son más las empresas e instituciones que solo existen como parte de los contenidos de los medios de comunicación.

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