En el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, se establece que: «Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión».

Asimismo, sobre  la libertad de expresión e información, la Constitución Dominicana en su artículo 49 expresa: «Toda persona tiene derecho a expresar libremente sus pensamientos, ideas y opiniones, por cualquier medio, sin que pueda establecerse censura previa». Como se observa, la libertad de expresión forma parte de los derechos fundamentales de las personas.

A los directivos, ejecutivos y gerentes de empresas e instituciones, con un pensamiento paranoide, se les dificulta entender que el respeto a la libertad de expresión, además de aplicarse en el contexto de los medios de comunicación, también se emplea en las relaciones laborales y sociales.

Se ha comprobado que en las organizaciones donde se práctica la censura previa y se promueve la autocensura, las posibilidades de crear un clima laboral sano, creativo e innovador se reducen a cero.

El ser humano nace para ser libre, tanto en el contexto laboral como en el social. Lo esencial de la libertad de expresión es asegurar que las personas expresen libremente su pensamiento y opiniones.

Por lo general, las  personas intolerantes, arrogantes y prepotentes son enemigas de la libertad de expresión.

Solo creen en ella cuando ésta le agrega valor a sus intereses y propósitos personales. Los que irrespetan las opiniones de los demás, son los mismos que creen que es posible que exista democracia sin demócratas.