Me gustó mucho cuando escuchaba en día pasados a un niño hablar de responsabilidad… Y me preguntaba en realidad, ¿qué estamos haciendo nosotros, los garantes de su formación para lograr que esta generación crezca con el valor de la responsabilidad bien arraigado?
Quisiera que concibieran mi motivación de escribir sobre este tema, recordando que inculcar en los niños el valor de la responsabilidad, es darles el mejor regalo de parte de sus padres y educadores, porque sin dudas, esta virtud les dará la capacidad de cuidar de sí mismos y ser adultos íntegros en su vida futura.
Cuando un pequeño es responsable, disfruta poder cumplir con sus deberes escolares oportunamente, y esto le permitirá llevar bien sus notas y estar en un plano más receptivo, propicio para adquirir cada vez mayores y mejores conocimientos que aporten a su sano desarrollo.
Es importante tener presente, que para lograr que los niños comprendan y pongan en práctica el sentido de responsabilidad, se requiere de información, orientación, paciencia, constancia, confianza; permitiéndole que participe en la toma de decisiones, darle oportunidad de asumir el resultado de sus acciones, comprender los fracasos y limitaciones y elogiar sus logros. Todo esto, haciéndole saber que cuenta con el afecto y apoyo incondicional de su padre y madre, aunque no debemos de olvidar un aspecto esencial, enseñarle con el ejemplo; es más fácil que el niño aprenda este valor si sus padres los practican constantemente.
Educar niños responsables es una tarea a largo plazo, que requiere dedicación. Porque otro aspecto clave es que, para fomentar el sentido de la responsabilidad en los niños, es recomendable empezar formándoles poco a poco en el compromiso, intentando que desde pequeños los niños se encarguen, dentro de sus posibilidades, de recoger su habitación, de poner la mesa, de organizar su mochila o su maleta. Nuestro hijo aprenderá hábitos de responsabilidad con mayor facilidad si establecemos una rutina desde el principio. Enseñémosles a guardar la ropa sucia en el canasto o en el lavadero, y a guardar sus juguetes después del baño. Aprenderá que las tareas forman parte del día a día, y no son sólo algo que los adultos le obligan a hacer por capricho.
Para esto, es primordial que en el hogar se establezcan normas y reglas claras. De lo contrario, les resultará difícil practicar la autodisciplina necesaria para controlar su propio comportamiento. Se sentirán confundidos y no sabrán exactamente cómo seguir las directrices que se les dan.
Otra técnica que funciona, es tener en cuenta que para enseñar a los niños a ser responsables tiene que existir un programa claro de recompensas y alabanzas que ofrezca respuesta a su comportamiento. Enfocarnos en las veces en que nuestros hijos actúan responsablemente, nos da pistas de cómo podemos reforzar su loable conducta.