El valor de la vida en la violencia intrafamiliar

El valor de la vida en la violencia intrafamiliar

NIEVES LIDIA EMETERIO RONDÓN
De entrada a la elaboración de este artículo me declaro (aunque con algunas reservas) incondicional defensora de los derechos humanos, especialmente el de la vida de personas vulnerables y en situaciones de desventajas para asumir en el acto la descarga de violencia que puede mutilar o terminar con su vida para siempre.

 Uno de los derechos humanos fundamentales es el derecho a la vida, por eso tiene sentido la lucha de personas e instituciones que son activistas por los derechos humanos, y se han pronunciado a favor de la eliminación de la pena de muerte en algunos estados y países en donde existen estas drásticas sanciones.

Esa demanda es independiente de la magnitud del delito cometido. Tan elevada es la conciencia sobre el derecho a la vida que hay que respetarla aun en aquellos casos de personas que careciendo de tal valoración, deciden poner fin a la vida de otros seres humanos. Un concepto del valor de la vida así interiorizado, ha de tener la impronta del compromiso de actuar contra todo aquello que promueva, apoye, celebre o minimice la trascendencia de cualquier hecho de violencia. Es justamente aquí donde es preciso resaltar aquella que, como la violencia intrafamiliar se sigue materializando día a día, a puerta cerrada y con la complicidad sociocultural, la amenaza y el miedo.

  Sin receso, con firmeza y coherencia, es como debe asumirse la defensa a la vida pues solo así se dará al traste o a la disminución sustancial de ese flagelo de la familia y la humanidad. Las más de 160 mujeres asesinadas en medio de la violencia intrafamiliar que se registran al final de cada año, es solo una expresión fundamental de cómo inciden las desiguales relaciones de poder entre mujeres y hombres.

La situación sigue en ascenso, y hoy día, sin intención alguna de monitorear una realidad ya documentada, basta que abramos un periódico buscando cualquier otra información, cuando se nos estruja en la vista el infausto titular: hombre celoso mata a su concubina, a un pariente, y luego se suicida, asesinan adolescente, hombre borracho mata a su mujer y a su suegra, entres otros títulos no gratos.

Faltan políticas de prevención integradas y coherentes. Un ejemplo de esto es el de la campaña publicitaria que desde octubre del pasado año, hasta marzo del presente, se está pasando desde la televisora estatal (canal 4). Se trata de un anuncio sobre un servicio a través de un número celular donde, mediante la palabra infiel (escrito para un celular a cuyo número hay que marcar), se puede saber si su pareja le es infiel. El anuncio concluye de la manera más morbosa posible: no dejes que te lo cuenten. Descúbrelo… La oferta de este servicio es la expresión de los antivalores y antieticidad que arrastran vilmente a la sociedad dominicana, y es un aporte a la desconfianza, y un incentivo a la violencia y al crimen.

  En la República Dominicana un número elevado de crímenes de los aun llamados pasionales, han ocurrido solo por sospecha de infidelidad ¿Es posible concebir tranquilamente que desde el canal estatal (ni de ningún otro) se esté promoviendo un servicio a favor de la violencia intrafamiliar?. Este ejemplo hace más visible la necesidad de que haya mayor coherencia e integralidad en las acciones de prevención.

  Exhortamos a que ya sea retirada esa nociva campaña y que en lo adelante se monitoreen los contenidos visuales, escritos u orales que contrarían los esfuerzos que se hacen para prevenir la violencia intrafamiliar.

  Se necesita una campaña como la implementada contra el dengue, (pero permanente y con mayor cobertura) en la cual se combinaron varias acciones. El país se colocó en alerta roja, y es así, en alerta roja permanente como debe colocarse la violencia intrafamiliar, pues aunque se crea que esta violencia no aleja el turismo, los resultados del TLC, ni afecta el impuesto sobre la Renta, el Estado dominicano tiene la responsabilidad de encararla utilizando todos los medios a su alcance para erradicarla, pues esa cultura de muerte es más costosa y traumática que los beneficios derivados de esas grandes metas (económicas) nacionales. La vida que se pierde, jamás se recupera.

  Finalmente, incorporo la propuesta de que cuando se haga la reforma constitucional, queden en ella las demandas constitucionales de las mujeres, y que en el caso particular de la violencia intrafamiliar y la violencia de género, sean constitucionalmente prohibidas y sancionadas como principio, y también en los articulados.

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