El valor de la vida

El valor de la vida

Sobre la tierra y en cualquier sociedad del mundo no hay nada tan importante como la vida humana.

La Biblia dice que el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios.

En la ley de Moisés se prohibió el asesinato. Pero era algo que Dios mismo había señalado mucho antes de que entraran en vigencia, incluso, los Diez Mandamientos.

Da mucho miedo ver cómo en nuestra sociedad la sangre humana es derramada sin ningún tipo de remordimiento.

Aquí no hay distinción para que en cualquier momento, día y lugar un ciudadano muera a mano de algún delincuente o por alguna imprudencia.

La muerte ha ganado tanto terreno que con ella se ha instaurado un negocio.

Nadie está seguro.

Los gobiernos y los sistemas legislativos deben tomar esto muy en serio. Debe haber políticas y leyes bien contundentes para proteger la integridad física de nuestros ciudadanos y volver la paz y seguridad a las calles.

Dios mismo ordenó que cuando alguien le quitaba la vida a otro ser humano, sencillamente el asesino debía pagar con su propia vida.

El Imperio Romano tenía como práctica que cuando un individuo mataba a una persona, los jueces ordenaban que le atasen el cadáver con cadenas.

El asesino tenía que pasarse los días mirando al cuerpo inerte descomponiéndose y soportar las miradas enjuiciadoras y quemantes de la gente (Romanos 7:24).

Los legisladores y los jueces nunca lograrán detener esta ola de muerte desatada en nuestra sociedad hasta que no se dispongan a imponer leyes que neutralicen a los asesinos.

Bastaría con llevarse de la misma Palabra de Dios.

“El que derrame sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada, porque a imagen de Dios hizo él al hombre”.(Génesis 9:6).

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