El valor del silencio en política

El valor del silencio en política

«Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar», Ernest Hemingway. La elocuencia es una habilidad apreciada y codiciada, sobretodo con fines persuasivos, son muchos los tratados que se han escrito a través de la historia para entrenarse en el arte de hablar y dominar los recursos de la retórica, en los que también dedican líneas a develar el valor supremo del silencio.

En nuestros días es tanta la información que tenemos, tantas las palabras, palabrerías y palabrejas que nos interrumpen, asedian y aturden en medio del desenfreno mediático donde los políticos llevan (des) ventaja, para ellos se ha hecho costumbre hablar -con el único propósito de ser notados- sin decir, sin edificar, sin aportar, degradando sus voces a ruido y despreciando el silencio, tal vez, evitando comprobar su propio vacío.

El silencio en política es más que callar (ausencia de palabras), es demostrar respeto y manejo de los tiempos, más que impulso es el sigiloso caminar de quien sabe a donde se dirige y como asegura Dinouart en “El arte de callar”: ¨ el silencio es tan expresivo que se vuelve una lección para los imprudentes y un castigo para los culpables¨.

¡Pero cuidado! Hablo de la necesidad del silencio oportuno, inteligente, prudente, cortés, a ese que permite bajar el volumen al ruido de circo en que convierten la vida política algunos habladores, aquellos que no entienden la importancia del silencio reflexivo sobre todo como respuesta retadora al silencio de ocultación, vacío, artificioso, cómplice y burlón.

Creo que algunos callan porque tienen mucho que ¨silenciar¨ y otros sin nada que decir osan hablar, escribir y a golpe de teclado en 140 caracteres propician climas desfavorables en momentos donde solo la quietud del silencio prudente debe reinar.

Estos tiempos de agitación evidenciarán la sabiduría de aquellos políticos que sepan administrar el silencio para reivindicar el poder constructor, conciliador de las palabras. En este contexto de desconfianza política, dudas y cuestionamientos, el silencio en la política y para los políticos debe ser esa conversación íntima que les induzca a contrastar, analizar, aquilatar, medir y finalmente renovarse. He allí su valor.

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