Los grandes guías espirituales tienen el silencio y la soledad como dos grandes aliados de sus vidas. Aparte de haber durado 40 días sin comer en el desierto de Judea, Jesús pasaba noches enteras en oración en las afueras de la bulliciosa ciudad de Jerusalén. Aconsejó a sus seguidores orar en secreto.
Por dos ocasiones Moisés duró 40 días en contemplación a su Dios en las alturas del monte Sinaí.
Tras su conversión, Pablo vivió tres años en una profunda vivencia espiritual en el desierto de Arabia.
Los maestros espirituales modernos de la talla de Deepak Chopra, Ekhart Tolle y Dalai Lama, entre otros, hablan, con gran insistencia, sobre la necesidad de dejar que la mente humana y el cuerpo cesen de su ardua cotidianidad para encontrar la calma y el solaz en la tranquilidad y el espacio vacío.
Esto no sólo logra desarrollar un alto nivel de conexión espiritual, sino que tiene un efecto muy positivo en la salud, el estado emocional y en la armonía con los demás seres humanos y con la naturaleza en general.
El hombre moderno es un ser altamente contaminado y presionado por el ruido y por el constante correr.
Chopra dice que el silencio y la meditación son dos elementos vitales de la conciencia pura, que es la responsable en la creación de muchas obras extraordinarias.
En sus siete leyes del éxito espiritual, sostiene que el caos es producto del afán de hacer cosas cuando emocionalmente estamos atrapados por el bullicio, el cansancio y el desequilibrio emocional.
Afirma que lo mejor es detenerse, hacer un espacio y un silencio. La creación vendrá y se podrá lograr la conexión con la visión, la idea o esa pieza clave necesaria para lograr lo deseado.