El valor humano del desarrollo

El valor humano del desarrollo

TEÓFILO QUICO TABAR
Ante la crisis de los conceptos y las ideologías en casi la totalidad del mundo moderno, pero en especial en nuestro país, es necesario mirar los hechos con objetividad y buscar alternativas adecuadas. Porque si se continúa en la lucha por corregir los fenómenos solamente en su apariencia exterior sin ir a las causas profundas que los crearon, como ha estado ocurriendo durante décadas enteras de continuados pero infructuosos esfuerzos, de nuevo se caerá en los mismos o aún peores errores.

Desde la acera de los planteamientos humanistas ha sido frecuente escuchar de las buenas obras que se podrían ejecutar en beneficio de los pobres sin trabajo, sin salud, sin educación, sin vivienda, con solo dedicar una parte adecuada de los fondos que los gobiernos gastan en cuestiones que si bien son importantes para grupos privilegiados, carecen de sustentación realista y humana. Parece casi una ilusión pensar que esos recursos se puedan orientar hacia soluciones de problemas sociales o hacia el apoyo a programas de desarrollo que procuren bienestar social colectivo.

En realidad existe preocupación hasta dentro de las instituciones que tienen a su cargo o están interesadas en propiciar desarrollo, cuando las evaluaciones demuestran que las teorías y modelos económicos que rigen y orientan los programas fallan, no por los mecanismos que supuestamente fueron bien pensados, sino por la incapacidad de la gente a cuyo cargo está la ejecución y su manejo.

Con frecuencia se olvida la enseñanza de la historia que ha demostrado que pueblos avanzados producen desarrollo y pueblos atrasados producen subdesarrollo. Que el subdesarrollo en un país alcanza todos los niveles en la escala social: políticos, dirigentes, industriales, comerciales, trabajadores, líderes religiosos, deportistas, empresas, comunicadores. En resumidas cuentas el subdesarrollo es un círculo vicioso que engendra más subdesarrollo.

La grandeza de los pueblos depende de la realización del potencial humano. Es de simple sentido común afirmar que ni el desarrollo europeo, ni el japonés, ni el norteamericano, para mencionar algunos, se han conseguido fundamentalmente por ayudas externas, sino principalmente por el esfuerzo, la voluntad, la dedicación, la entrega y la capacitación de grupos y generaciones que en una labor constante adelantaron sus empresas culturales y económicas para llegar a los niveles de ampliación de mercados y de calidad de la vida en que ahora se encuentran.

La posible revaluación del concepto de desarrollo dentro de una concepción humanista no quiere decir que no se reconozca que sin una ampliación de los mercados y de las pautas de consumo de la población tampoco hay progreso ni mejoramiento de los índices de calidad de vida, sino de conjugarlos.

Esconder la cabeza entre la arena ciertamente no es una solución en si misma ni conduce a su hallazgo. El desencanto con las orientaciones del desarrollo individualista o la desilusión con los planteamientos populistas no son actitudes aceptables ni constructivas. Lo verdaderamente útil es buscar una nueva salida que, respetando lo que de bueno y acertado tienen o pueden tener las teorías anteriores, (pues no todo es fracaso ni todo es negativo, y en unas y otras posiciones hay aciertos y verdades parciales), lograr llegar a planteamientos realistas y posibles que históricamente signifiquen un salto hacia el progreso y no una repetición de fracasos.

Posiblemente la verdad se ha dicho muchas veces y no se ha querido oír ni entender. El problema del subdesarrollo no son solamente las estructuras sociales, así estas ofrezcan suficiente campo de crítica y propicien la concentración y uso injusto de las riquezas. Tampoco es una cuestión simplemente económica, así sea necesario reconocer que para que haya riqueza básicamente solo existe el camino de producirla. El fondo del problema es eminentemente humano.

El concepto humanista del desarrollo puede parecer simplista e ingenuo pero en última instancia su aplicación es la única capaz de lograr resultados efectivos y perdurables. No como creen algunos economicistas que todo se basa en los aspectos mecánicos que rigen los procesos y consideran el factor económico como una maquina a la cual se la puede conducir, acelerar o frenar.

Tabasa1@hotmail.com

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