El vaticinio se cumplió

El vaticinio se cumplió

JOSÉ ANTONIO MARTÍNEZ ROJAS
Cuando en la entrega de la semana antepasada habíamos afirmado que el presupuesto y ley de gastos públicos no lo había aprobado la Cámara de Diputados, porque el Poder Ejecutivo le había negado otorgarle fondos a más de novecientas ONG’s, la mayoría de ellas apadrinadas por legisladores y que de ellas eran que provenían los fondos para su promoción política personal, algunos legisladores manifestaron su inconformidad por esta declaración, lo cual

implicaba, al parecer de ellos, que todos los congresistas estuviesen involucrados en tan deleznable proceder, ya que muchas de esas organizaciones no gubernamentales tienen una labor de servicio encomiable.

Sin lugar a dudas, el Poder Legislativo se ha convertido en un enorme mercado en donde cada proyecto de ley tiene su precio, o como le dicen ellos “grasa”, en franca indicación de que los mismos deben “cabildearse” a base de emolumentos en efectivo, ya que no aceptan cheques que los puedan comprometer en lo futuro.

Hace dos años y medio, el Consultor Jurídico del Poder Ejecutivo envió para su aprobación por el Congreso, el Convenio Internacional del Cacao, 2001, pero en el documento de presentación cometió el desliz de calificarlo como un “acuerdo de préstamo” y no de cooperación como en efecto lo es. Al ser erróneamente conceptuado como préstamo, consideraron que había “grasa” de por medio y  un “legislador” se hizo cargo de la indagación de ver “cuanta prenda” estaban dispuestos los cacaoteros a soltar para su aprobación en las cámaras legislativas. Afortunadamente logramos convencerlos de que ese era un convenio de cooperación entre países productores e importadores de cacao y que el mismo era beneficioso para el país y lo aprobaron sin mayores consecuencias. Valga aclarar, que con la ratificación de la República Dominicana, se logró pasar el 80% necesario de parte de los países productores para que el Convenio fuese aprobado por la Secretaría de las Naciones Unidas, acción que fue reconocida por la Organización Internacional del Cacao (IICO), la cual confirmó que por primera vez en la historia y gracias a nuestro país, se había puesto en vigor un Convenio Internacional del Cacao.

Debemos ratificar como lo proclamamos anteriormente, que muchos legisladores tienen una carencia de formación educativa acentuada, la cual se convierte en una retranca cuando tratan de interpretar textos técnicos y aunque se asesoren, siempre existirá la posibilidad de no entender el significado o el alcance de los mismos. Por eso, se han presentado varios casos a los cuales no se les otorga la importancia que tienen perdiendo el país oportunidades sumamente ventajosas.

Tampoco, al parecer, entienden de competitividad. Ahora que el país se aboca a entrar en el mes de julio al DR- CAFTA en donde no sólo tendremos que competir con el gigante comercial más grande del mundo y con países de América Central con regímenes impositivos más liberales que el nuestro, aprueban la aplicación del ITBIS a los abonos, un componente esencial en la determinación de los costos de producción y de los precios finales al consumidor. Si estos legisladores hubiesen sido consecuentes, lo primero que debieron haber hecho fue ilustrarse sobre las condiciones imperantes en nuestros competidores de América Central, para que nuestros productos no pierdan el mercado más importante, el de los Estados Unidos de América.

El 16 de mayo tendrán lugar las elecciones congresuales y municipales. Muchos de los legisladores que votaron por el ITBIS a los abonos aspiran a reelegirse, no obstante la mayoría de ellos provenir de provincias agropecuarias.

Esta debe ser la ocasión para los productores agropecuarios de negarles el voto, asegurándose que los que merezcan su sufragio, sean individuos que hayan propulsado

el bienestar del sector agropecuario. Los comprometidos con el sector primario de nuestra economía, no debemos cruzarnos de brazos ante el descaro de estos farsantes,

verdaderos sepulcros blanqueados que se comprometen a una cosa y amparándose de su condición de legisladores, si no aparece “la grasa”, ejecutan otra. Aquí debemos coincidir con el eslogan del Gobierno: “E pa’fuera que van”.

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