Cometen un craso error los estrategas políticos que valoran al Lic. Hatuey Decamps en términos de alianzas electorales, en función de los votos obtenidos por el PRSD en los pasados procesos.

Hatuey, por su historial, gran capacidad y el símbolo político que representa está muy por encima de esas frías estadísticas. Basta asegurar que su carismática presencia en una tribuna enarbolando los colores de uno de los dos partidos que dominan el escenario comicial genera directa o indirectamente centenares de miles de sufragios.

La política como ciencia y arte no es una simple tabla aritmética donde se suma y se resta, sino una actividad que tiene componentes intangibles y complejos y por ello el Dr. Peña Gómez institucionalizó la frase “Que había que ver más allá de la curva”.

Imagínese el impacto electoral que produciría un abrazo en una manifestación política entre Hatuey y Miguel Vargas o entre Leonel y El Cacique. El efecto psicológico ha sido, históricamente hablando, una de las principales armas para vencer al enemigo o adversario.

Un frente de oposición sin Hatuey está llamado al fracaso. El dirigió con Peña Gómez el acuerdo de Santiago que le allanó el camino a don Antonio Guzmán para escalar la Presidencia de la República. Lo mismo hizo con el doctor Salvador Jorge Blanco y con el propio Hipólito Mejía.

La historia es muy clara en ese sentido. El que quiera improvisar que lo haga o lo siga haciendo y de seguro que pagará las consecuencias.