El estrés financiero proveniente de las terapias y tratamientos, así como la escolaridad que debe asumir un padre de un infante con el Trastorno del Espectro Autista (TEA), deja en evidencia el descuido por parte de las autoridades de realizar una mayor inversión que proporcione recursos más accesibles con la capacidad de atender a los infantes con esta condición.
A su vez, la creciente población de niños, y niñas con autismo en el país cada día es mayor, por lo que alarma la falta de centros en educación especial, principalmente en diversas barriadas a nivel nacional.
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Por ello, la fundación Manos Unidas por Autismo realizó ayer la octava edición de su caminata “Dale color a mi vida”, la cual congregó a miles de familias en el Jardín Botánico Nacional con el objetivo de que el Estado sea un regulador a largo plazo de proporcionar los medios y recursos para dar atención a quienes lo padecen, según explico Odile Villavizar, presidenta de Manos Unidas.
“Los gastos de escolaridad para niños con TEA son costosos, debido a que no son aceptados en centros regulares sin la tutoría de una maestra dedicada a lograr la concentración del menor en el aula y muchos padres no pueden costearlos”, expresó.
Villavizar explicó que a pesar de los pequeños pasos, en el Congreso Nacional se espera la aprobación de la Ley de Autismo, cuyo proyecto se encuentra estancado en la comisión bicameral encabezada por el senador Bautista Rojas.