Estamos ante un hecho histórico y uno de los más relevantes de la geopolítica mundial de los últimos 18 meses: la visita del presidente de Estados Unidos, Barack Obama a Cuba; dos países con contradicciones profundas. La controversia es histórica y va mucho más atrás de Fidel Castro. Por su posición geográfica siempre la posesión sobre Cuba fue un objetivo de los gobiernos norteamericanos desde bien temprano de su propia vida independiente. Cuba domina las entradas al Golfo de México, de ahí la famosa doctrina estadounidense de la “fruta madura”: al igual que por fuerza de gravedad física una manzana al madurarse cae a tierra; Cuba, por fuerza de gravedad política, al independizarse de España deberá pasar a formar parte de la Unión Norteamericana. Se intentó repetidas veces la compra de la Isla a España, que tampoco quiso soltarla. Cuando en 1898 Máximo Gómez se encontraba en las puertas de La Habana a punto de lanzar el asalto final, Estados Unidos se inventó un pretexto para entrar en una guerra con el Reino español de cuya conclusión le arrebató Cuba, Puerto Rico, Filipinas e Isla Guam. Vinieron 4 años de ocupación norteamericana de Cuba y cuando por presiones desde EE. UU. y en la propia Cuba, se vieron obligados a concederle la “independencia” le colgaron a la nueva Constitución Cubana la Enmienda Platt, que autorizaba la intervención estadounidense en los asuntos internos cubanos. Solo 25 años más tarde fue anulada, la Isla de Pinos devuelta a la soberanía cubana pero se retuvo la Base Naval de Guantánamo y la “influencia”.
Vino el triunfo revolucionario sobre una dictadura que estuvo siendo apoyada por Washington. El Ejército profesional quedó desmembrado y a la misión militar asesora norteamericana se le solicitó retirarse. Vinieron las contradicciones: nacionalizaciones, confiscaciones, acusaciones y contra acusaciones, organización y apoyo a grupos armados, el lanzamiento de una invasión. Por si fuera poco, Cuba devino en centro de la crisis más grave que ha vivido la humanidad que la puso por primera vez al borde de la guerra nuclear. Después de la tormenta parecía que vendría la calma. Pocos meses más tarde, días antes que lo asesinaran, Kennedy mandó un mensaje a Fidel diciéndole que estaba dispuesto a conversar para resolver el diferendo. Vendrían nuevamente años de tensiones. El presidente Gerald Ford inició negociaciones secretas con Cuba que quedaron abortadas por el envío de tropas cubanas a Angola. Jimmy Carter fue audaz e inició contactos con Cuba que condujeron al establecimiento de vuelos directos para los contactos familiares, la apertura de “Oficinas de Intereses” recíprocas en ambas capitales y frenó a los grupos de cubanos en Florida. Siguieron los años duros de Reagan y Bush padre. La Administración Clinton tomó algunas acciones flexibilizando medidas del bloqueo como las remesas y la venta de alimentos y medicinas. Después de otros duros años de la presidencia de Bush hijo arribó a la Casa Blanca Barack Obama. Obama, acabado de desembarcar en Cuba, enriqueció su legado tomando decisiones sobre situaciones absurdas y retardadas. Quedan muchas cosas pendientes para Cuba, imprescindibles para considerar una verdadera normalización; también alguna que otra legítima para Washington. Hay cosas que Obama no puede hacer porque están en manos del Congreso, pero tiene algunas prerrogativas de las cuales ha ido usando algunas y otras más que con seguridad podría ir tomando. Por su parte, Cuba ha ido flexibilizando la situación económica interna. Un desafío para el Congreso republicano pero más grande para Cuba. Con su posición ante Cuba, el relajamiento de las medidas represivas y un viaje geopolíticamente espectacular, Obama honra su controversial Premio Nobel de la Paz de 2009.