El viejo  se  está  muriendo  y  el nuevo  no  acaba  de  nacer

El viejo  se  está  muriendo  y  el nuevo  no  acaba  de  nacer

A mediado de la década de los años setenta del siglo pasado, mi tío Cayetano Minaya y quien escribe visitamos por dos semanas  la capital de Siria, Damasco, con el propósito  de visitar un pariente lejano.  Desde que llegamos,  nuestros anfitriones  nos advirtieron que  Damasco ya era ciudad antes que Ur,  fundada  en lo que hoy es Irak ,  hace más de 6000 años.

En efecto,  la capital de Siria es  la metrópolis continuamente habitada  más vieja del  planeta  2500 años. Traigo eso a colación, pues   desde esa fecha  que visitamos Damasco, hasta el día de hoy, todo lo que es noticias de Siria  lo sigo con especial  interés.

Por esas tierras han transitado  todos y  también  han sido gobernadas y saqueadas por todos:  desde los faraones de Egipto, los persas,  griegos  como Alejandro Magno y hasta los Cesares de Roma.

Hoy  ya cumple 42 años  la dinastía de los El Asad  compuesta por padre e hijo,  Hafez  y  su hijo  Bachar. El  primero, que siendo jefe de las fuerza aérea de su país  desde 1964, y que perdió casi todos sus aviones en “la guerra de los 6 días”  contra los israelitas, se las arregló para salir ileso y  preparar un golpe de Estado en el año 1970 que lo lleva al poder como jefe absoluto  del país.

Volvió a pelear con sus vecinos  en 1973 en  la guerra de Yom Kippur , cuando   trató de recuperar Los Altos de Golán  y  fue vencido otra vez  por el combativo pueblo de Israel. Luego   pasa a ocupar el Líbano en 1976, en medio de la guerra civil de esa nación  que duró 17 años.  Cuando la ciudad  de Hama en el 1982 se reveló en su contra no le tembló el pulso para bombardearla  y aniquilar  más de 20,000 ciudadanos de su propio pueblo. Murió en el 2000 por un ataque al corazón,  dándole paso a su hijo, el oftalmólogo y coronel Bachar el Asad.

Ahora presenciamos que Siria lleva 22 meses de una guerra civil que ha cobrado más de 42,000 muertos,  es un conflicto extraño,  un ejército de más de 200,000 hombres  fiel  al Dictador en contra de un grupo no organizado de rebeldes sin ningún líder aparente y, sin embargo,  a pesar de la supremacía del gobierno y el  desorden de la oposición, no hay forma de  vencerlos.

Bachar el  Asad es repudiado por  la comunidad internacional, los ingleses en julio de este año trataron de impulsar  una resolución para que las Naciones Unidas impusiera sanciones,  pero Rusia y China la vetaron  en el Consejo de Seguridad. Lo de Rusia es entendible, pues  en el puerto costero de Siria  de Tartus    se encuentra  la única base naval rusa fuera del territorio continental.  Lo que no se entiende es  el veto Chino.

Otro que fracasó este año y renunció de su misión de paz fue  Kofi Annan, pasado Secretario de las Naciones Unidas,  pues simplemente no encontró apoyo de Bachar en la fórmulas conciliatorias y plan de paz que estaba proponiendo. Otra  intento fallido  fue la Liga Árabe, no pudiendo gestionar una fórmula de avenencia aunque trató dos veces.

La comunidad internacional aparentemente no se anima  a la intervención,  a lo mejor por la fatiga de los conflictos en Irak, Afganistán y Libia. Pero la semana pasada por fin se reunieron en Marraquech,  Marruecos, un centenar de países amigos de Siria que formaron la Coalición Nacional Siria (CNS). Fue reconocida rápidamente por la Unión Europea (UE), Inglaterra y los Estados Unidos.

Se espera  que esta acción de la comunidad internacional  dé paso para  que la CNS allane el camino para recibir armas, sobre todo misiles anticarro y antiaéreo. Si esto ocurre  sería el primer paso para que el dictador vaya pensando  dónde  y cuándo  es que él y su familia van a buscar refugio.

Existen complicaciones religiosas muy profundas en la región, Siria, aunque es un país mayoritariamente sunita, es gobernada por una minoría chiíta – los allawitas – aliados de Irán. Otro actor es Irak,  que no quiere más ocupaciones militares en la región,  entienden  que sólo con negociaciones políticas se puede obtener la paz dentro de Siria.

El temor de todos  es que el conflicto se extienda  creando un caos de consecuencias impredecibles en una región ya en ebullición. Se han presentado serios conflictos con Turquía, desde intercambios de artillerías  hasta derribos  de aviones. Turquía siente los efectos, pues 200,000 refugiados sirios están ya en territorios turcos. Ankara demanda la intervención de la NATO, mientras Washington  advierte  a Damasco que el uso de armas químicas tendría consecuencias serias.

El  problema de Siria por ahora  es que   ni el gobierno puede derrotar a los rebeldes, ni los rebeldes pueden derrotar al  gobierno. Es como decía el extraordinario  político, pedagogo,  filósofo y teórico marxista italiano  Antonio Gramsci, cuando estaba en la prisión de Mussolini en  los comienzos de la dictadura del Duce:  “el problema de este conflicto es que   el viejo mundo no se muere, el nuevo tarda en nacer y en ese claroscuro surgen los monstruos”.

 

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