Como médico neurólogo, tengo entre los temas de mi interés el Alzhéimer, de hecho, tengo la gran honra de estar entre los asesores de la Asociación Dominicana de Alzheimer. Por esta razón recibo pacientes, que van ellos o los “llevan” sus familiares por conductas bizarras. Un envejecimiento sano no significa necesariamente alguna forma de demencia. Ese paso de los años, pudiendo mantenerse conducta e intelecto aun con las deficiencias propias de la edad es lo ideal, en forma activa, sintiéndose bien. En los países de alto nivel económico, la expectativa de vida anda por más de los 70 años. Entre estos abuelitos, también las hay abuelitas, existe un personaje que se niega a envejecer con gracilidad, que tiene una gran desinhibición en su conducta diaria, con actos que abochornan, enamora hasta una escoba, baila en las discotecas juveniles y viste como Justin Bieber. Ese es el que conocemos como “viejo verde”.
A estos síntomas normales se le pueden agregar comportamientos bizarros, esos que están fuera del contexto de envejecer, de la digna senectud, del envejecimiento natural, de ese parsimonioso y airoso paso de los años, esos cambios inevitables como respuesta a una acción genética, que es indefectible al paso del tiempo y las células envejecientes y se agregan agresiones que incluyen elementos nocivos, tanto físicos como psicológicos. El envejecer provoca una serie de sensaciones emocionales que pueden ser: el aislamiento, inutilidad y desamparo, acrecentándose el estrés psicológico. Nótese que a estos aspectos emocionales se les pudiera agregar la degeneración cortical cerebral por la progresiva muerte celular de neuronas en áreas que tienen que ver con la conducta y la convivencia social; estas son las principales razones para esas conductas erráticas del abuelito, que en ocasiones son muy vergonzosas, antitéticas y hasta penalmente riesgosas para la familia y cuidadores. Existen algunos que son eternos jóvenes, son los “’viejos verdes”. Podemos reconocerles una conducta reiterativa, la hipersexualidad, algunos se creen superhombres, las quinceañeras son sus preferidas, las “viejitas” no les agradan, siendo capaces de comportamientos irreverentes en su entorno social. Tengo un paciente, que por poco muere en el intento de hacer feliz una damisela 50 y tanto años menor, por usar tres de las “’píldoras” para hombres, hizo una severa arritmia, que gracias al experimentado cardiólogo Dr. Rafael Guillén, se le pudo narigonear su desbocado corazón. Al parecer quieren gastar con urgencia las últimas raciones de su testosterona, tratando de distanciar el inexorable Waterloo masculino. Ese “viejo verde” trata con irrespeto a las damas, un verdadero “fresco”, conduciéndose con rudeza y vergonzosas desparpajadas sociales.
Los negocios erráticos son un riesgo y los hacen con frecuencia. Como ejemplo de ello puedo mencionar el caso en que tuve que ir a juicio como experto, pues uno de mis pacientes, se volvió “viejo verde”’ y traspasó acciones empresariales costosísimas, a una joven damisela en una noche que como testigo y notario estuvieron la champaña y el caviar. Por igual son comunes en el viejo verde, el inicio de adicciones que tempranamente no estaban presentes como: el sexo, juego, alcoholismo, la comida compulsiva. En cuanto al vestir, en vez de seguir los mandatos de la revista de moda GQ, con ropa tradicional para su edad, al nietecito más roquero lo convierte en su asesor de imágenes. Penosamente debo aceptar que estas son formas de locura, lo demostraremos la próxima semana. ¿Deben ser tratados ellos con una indulgente neuropenalidad?