El viejo zorro insiste…

El viejo zorro insiste…

Esta vez estamos, curiosamente, en su casa. Es el segundo piso. Una mecedora frente a otra. Detrás suyo, en una pared, una negrita pintada por mi abuelo Tuto, y más allá dos puertas; una da a su estudio que conduce a su habitación, y al lado de esa un “pantricito” donde le hacen jugos o sirven sus alimentos.

“Quienes no han leído desconocen que en el siglo quinto antes de Cristo, cuando Sócrates andaba descalzo por las calles de Atenas interrogando a toda clase de gente, en esa edad dorada de la antigua Grecia, Pericles mereció ser calificado por Tucídides como ‘primer ciudadano ateniense’, no sólo por su destreza como ‘stratego’ o general, sino como promotor de la literatura y las artes, y como constructor de calles, plazas y obras como el Partenón en la Acrópolis”, comenzó a decirme el doctor, como si tuviera urgencia por contarme esto.

Y siguió casi sin tomar aliento: “Hay patrones en la conducta de los estadistas que vienen dados por las circunstancias. A mi me acusaron de obsesionarme con ‘obras de relumbrón’, con avenidas cuya prioridad era cuestionada. ¡Ay de Santo Domingo sin la 27 de Febrero, la ampliación de la Kennedy, sin el parque Mirador o la Luperón! Je jeje… El tiempo vindica lo justo”.

“Ahora”, continuó, “al Presidente Fernández le regatean logros que pocos presidentes latinoamericanos pueden exhibir. La estabilidad, el crecimiento, la seguridad social, las obras públicas… Hay mucha pobreza de espíritu entre quienes le niegan sus méritos, aunque para ser justos ha sido flojo con los corruptos, pero quizás – si se analiza bien- su propio partido no lo ayuda a limpiar eso, a elevar los niveles éticos, a procesar a quienes el rumor público embarra con su estiércol”.

Me dijo que Leonel le recuerda a Pericles. “Su oratoria es desapasionada pero convincente. Su segunda esposa es influyente, como lo fue Aspasia en Atenas. Posee garra pero es humilde. Desespera a sus adversarios por ignorarles olímpicamente…”.

Suspiró. Hizo un gesto como si pudiera verme. “¿Sabe usted? Cuando tras treinta años Pericles cumplió su ciclo y cayó del poder, a su amigo y asesor Fidias, su Bebecito, como Diandino y Félix Bautista fundidos y hechos uno, lo acusaron de disponer del oro y el marfil de las construcciones; de eso hacen 25 siglos.

Pericles sigue considerado como el estadista ideal”. 

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