El vil asesinato del doctor Rojas

El vil asesinato del doctor Rojas

El vil asesinato del doctor Sergio R. Rojas, ocurrido en los alrededores del Parque Botánico, no solo ha conmocionado a la familia Rojas, sino también a la ciudadanía en general, porque el mismo viene a sumarse a la ristra de hechos de sangre que diariamente se vienen cometiendo en la República Dominicana. El rumor que se ha echado a circular me huele a impunidad, pues, de los centenares de crímenes que se han cometido en el país en los últimos meses, las llamadas autoridades policiales han resultado ineficaces para esclarecer siquiera uno. El rumor que se ha puesto a circular en el sentido de que la muerte del galeno se produjo por equivocación, deja entrever que ese será el pretexto que utilizarán las “autoridades” para lavarse las manos como Pilatos.

Sea por las razones que fueren, las autoridades tienen la obligación de dar con los responsables de ese crimen, no solo con los que cometieron el hecho, sino también con los intelectuales.Es decir, con los que lo mandaron a matar. Ese no es otro caso fortuito como los tantos que ocurren en el país. Hay que dar con los verdaderos asesinos y buscar a como dé lugar las causas reales que indujeron a los criminales a cometer ese cobarde crimen. La policía deberá investigar hasta las últimas consecuencias, para dar con los verdaderos autores de ese hecho, que no deberá quedar en la impunidad.

Difiero de quienes creen que los criminales fueron en busca de un supuesto periodista, y fue el doctor Rojas Soriano quien más se le pareció a la persona que buscaban. Esa versión no cabe en la cabeza de nadie. El doctor Sergio Rafael Rojas vivió muchos años en Chicago, donde estudió hasta graduarse de la secundaria. Y más tarde decidió trasladarse a la República Dominicana donde nació,  e ingresó a la universidad a estudiar medicina. Su padre, Sergio Irizarri Rojas Sosa, lo respaldó para que se graduara de médico. Hoy, en una sociedad llena de tragedias, pierde la vida a manos de criminales que deambulan sin castigo por las calles de la capital.

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