La trayectoria del COVID-19 o Coronavirus sobre la faz del planeta ha sido muy peculiar. Y es que al inicio de su traslación devastadora se decidió concentrase en los sectores sociales de nivel económico aceptable, en donde sus integrantes eran muy proclives al contagio, por su elevada socialización.
Esa intensa socialización de los sectores de las clases económicas superiores eran los mas indicados por su contacto social cercano, higiene y la vulnerabilidad de compartir y disfrutar de la vida por las amplias novedades de todo tipo que se ofrecn. El virus, en su recorrido mundial, no se detiene frente a esa masa alegre y pudiente que compartía, por su cercanía de intereses comunes, sus vivencias de los trabajos y del disfrute de la vida.
Desde mediados de marzo, los dominicanos, nos vimos sumergidos en la vorágine de la pandemia. El país fue afectado rápidamente con el aumento de los casos de los contagiados y de los fallecidos. Los diversos casos poco a poco fueron acompañando las estadísticas diarias del contagio universal. La mayoría de los casos se han concentrado en los sectores del llamado polígono central de la capital y ya se superan los ocho mil afectados y casi 400 fallecidos. Todavía los sectores vulnerables de la capital no muestran un incremento del avance del virus. Pareciera que el COVID-19 es muy aristocrático y rehúye penetrar en los sectores mas vulnerables de la comunidad. Da la impresión que la extrema pobreza, y el hacinamiento apareado a esas condiciones de marginamiento social, es un valladar para alejar el ataque del virus que muestra sus preferencias en insertarse en los sectores mas pudientes e higienizados de la sociedad.
Son muchos los sectores dominicanos que han dado muestra de su responsabilidad y valor ciudadano respondiendo con energía y dedicación al enfrentamiento de la enfermedad. Admirablemente el gobierno, con sus departamentos de salud, economía, obras publicas, militares y policías, han estado a las alturas de lo que demandan las adversas circunstancias que nos abruman. Ellos cumplen con sus obligaciones y acudiendo a atender las exigencias de esta pandemia mortal. Pese a las críticas de mala fe de los políticos de la oposición que nunca encuentran nada bien de lo que lleva acabo el gobierno, la atención de sus autoridades ha sido ejemplar. Sus esfuerzos de cada día están para superar muchas de las críticas sin descuidar la atención de la ciudadanía mas vulnerable.
Los deberes y exigencias a las autoridades las ha obligado a dejar de lado lo que algunos de sus miembros siempre andaban a la cacería de prebendas. En estos momentos del ataque del virus, han tenido que rectificar ya que la economía se desploma y miles de trabajadores se han quedado sin empleos con el cierre de todas las industrias y comercios no esenciales y las calles ya casi no están desoladas. Miles de dominicanos están sobreviviendo gracias a los subsidios de los planes sociales del gobierno, que sacrificándose presupuestariamente y comprometiéndose de mala manera al dejar la economía maltrecha y sin recursos futuros, ha podido paliar las necesidades de la comunidad agravando el futuro de la economía. Ha abierto las llaves para ayudar a los sectores que no se sostienen sin generar un salario diario para cubrir sus mas perentorias necesidades.
Con la presencia local del COVID-19 pudo ocurrir un aumento de los malestares sociales con las justas protestas que hubiesen estallado si el gobierno hubiese sido pusilánime para enfrentarse a la crisis. El gobierno ha tenido un manejo admirable frente a la crisis provocada por ese virus aristocrático. Salvo algunos celos, que produce la arrogancia típica en los funcionarios del PLD, se han venido observando todas las directrices impuestas por la OMS a nivel mundial para enfrentar la pandemia. Se procura evitar que la pandemia exceda los limites razonables de su contagio y no se expanda mas de la cuenta y que no se llegue a excesos inmanejables para que los infectados vayan disminuyendo notablemente para el mes de junio.
El comportamiento de la expansión del coronavirus en el país ha obedecido, por la forma de como llegó al país, por la vía aérea desde Europa y Estados Unidos, a sectores de clase media, ya tiene sus raíces nativas pero todavía mantiene un comportamiento aristocrático en atacar con furia en la capital solo a los habitantes del Polígono Central y otros barrios de clase pudiente. Todavía se aparta para no penetrar en los sectores vulnerables a orillas de los ríos ribereños como el Ozama, el Isabela y el Haina en donde la promiscuidad y el hacinamiento y carencia de higiene sin agua potable y menos servicios de tratamiento de aguas servidas hubiese sido un foco ideal para que la pandemia se expandiese con toda su ferocidad.