El virus chikungunya golpea a los pobres de Haití

El virus chikungunya golpea a los pobres de Haití

PUERTO PRÍNCIPE, Haití.  En un enmarañado conjunto de endebles chozas hechas principalmente de lonas de plástico y planchas de madera, una joven madre acuna a su niña enferma, que llora intentado protegerse del feroz sol tropical.    

Delimene San Lise dice que está haciendo todo lo posible para consolar a su hija de dos años y controlar su elevada fiebre en lo que se ha convertido rápidamente en una común agonía en esta improvisada comunidad de chozas ubicada en un canal atascado de basura en la capital haitiana.  

 “Durante los últimos tres días, su cuerpo se calienta mucho y todo le duele”, dijo San Lise sentada en un colchón de su hogar, un lugar sofocante con paredes de plástico que aleteaban sin cesar en el polvoriento distrito de Delmas, en la capital. “Lo sé porque yo tuve esta horrible enfermedad antes de ella”.    

La nueva plaga en Haití se llama chikungunya. Es un virus transmitido por mosquitos, raramente fatal pero muy doloroso, que se ha extendido rápidamente por todo el Caribe y partes de América Latina desde que empezó a propagarse en la pequeña isla caribeña de French St. Martin el año pasado, posiblemente traído por un viajero infectado.    Haití está demostrando ser particularmente vulnerable debido a que muchas personas viven como San Lise y sus vecinos, hacinados en viviendas desvencijadas con terribles condiciones sanitarias, el caldo de cultivo ideal para los mosquitos que transmiten la enfermedad.  

“Chikungunya ha sido implacable en Haití. La falta de infraestructura básica, las medidas deficientes de control de mosquitos, y las profundas desigualdades sociales y económicas obstaculizan los esfuerzos de prevención y tratamiento”, indicó un nuevo informe sobre la epidemia en Haití presentado por el Instituto Igarapé, un grupo de estudios con sede en Brasil.  

Desde el primer caso documentado del virus en Haití en mayo, se han producido cerca de 40.000 casos sospechosos atendidos por personal médico, según informa la Organización Panamericana de la Salud. Los únicos lugares con números más altos son la vecina República Dominicana y Guadalupe.    

Pero hay muchos indicios de que el número real es mucho mayor en Haití, un país de 10 millones de personas que lucha contra muchas cargas, una pobreza aplastante, falta de acceso al agua potable y el hecho de que al menos 146.000 personas desplazadas por el terremoto de enero 2010 todavía viven en casas improvisadas.  

 Los Centros de Control de Enfermedades de Estados Unidos están asistiendo al ministerio de Sanidad haitiano para confirmar los nuevos casos. Pero las estadísticas son muy poco fiables en Haití, y las autoridades de salud pública dicen que se desconoce el número de infectados.

Muchos haitianos pobres no se molestan en buscar atención médica, así que sus casos no se registran, explicó el doctor Jerome de Zanmi Lasante, el programa haitiano de la organización sin ánimo de lucro Partners in Health, de Boston.    

Está claro que la “tasa de ataque de esta infección es muy alta en todo el país”, dijo Jerome. Y no sólo en los barrios pobres. También hay casos en zonas más acomodadas como Petionville, un suburbio arbolado en Puerto Príncipe, o la hermosa localidad costera de Jacmel.    

Se ha informado de contagios internos en unos 20 países o territorios de la región, de Islas Vírgenes, Dominica, Martinica y Puerto Rico a El Salvador en Centroamérica, al igual que en la Guayana Francesa, Guayana y Surinam en la zona norte de Sudamérica.  

En Haití, la situación ha empeorado tan rápido que mucha gente se ha resignado a que padecerá el virus, conocido como “kaze le zo” o “rompe huesos” en idioma creole, debido a un dolor de articulaciones tan intenso que algunos pacientes apenas pueden caminar o utilizar los dedos durante días. No hay vacuna, y el único tratamiento es medicación básica para el dolor y líquidos para evitar la deshidratación.    Los síntomas dolorosos del chikungunya suelen disiparse en una semana, y la gente desarrolla inmunidad al virus tras padecerlo. Pero algunos pacientes pueden desarrollar complicaciones graves e incluso que pongan en riesgo su vida, como fallo respiratorio.  

También puede contribuir a la muerte de personas con otros problemas de salud.    Los brotes del chikungunya llevan tiempo haciendo miserable a la gente en África y Asia. En el hemisferio occidental, donde la enfermedad es nueva y avanza veloz, las autoridades sanitarias trabajan para educar al público y reducir la población de mosquitos. Estados Unidos vigila con suspicacia los casos “importados” entre residentes que viajaron hace poco al Caribe a los que picó un mosquito infectado.

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