No se ofendan si me atrevo a especular aquí que si en la región Sur, preterida y discriminada gobierno tras gobierno hasta convertirla en la cenicienta del país en términos de desarrollo, se anuncia que se construirá una muralla de tres metros de alto a todo lo largo de la costa hasta la frontera con Haití que generaría miles de empleos, los sureños, tanto los cercanos como los profundos, aplaudirían y celebrarían la buena nueva aunque no vuelvan a ver el mar. La misma razón por la cual la gente de La Ciénaga, en Barahona, celebra y aplaude la remodelación del hotel Bahoruco Beach Resort, adquirido por el empresario y ministro de Obras Públicas Gonzalo Castillo, quien para proteger su nueva propiedad levanta una pared que según las denuncias viola la Ley de Medio Ambiente. Es el caso del abogado Nefri Muñoz Pérez, presidente de la Asociación de Barahoneros Ausentes, quien declaró a MetroRD que apoya la remodelación del hotel, que según estima generaría 400 empleos directos cuando esté operando, porque “Barahona necesita desarrollarse”. Con ese argumento están de acuerdo no solo los barahoneros sino quienes residen a lo largo y ancho del Sur, al igual que el resto del país, pues el desarrollo nos conviene a todos. Por eso hay que entender que, en su defensa de la remodelación del Bahoruco Beach Resort y de Gonzalo Castillo, el abogado se pasara de contento calificando al ministro (¿o fue al empresario?) de visionario. Un calificativo con el que no estará de acuerdo el presidente de Alianza Dominicana Contra la Corrupción (ADOCCO), Julio César de la Rosa, quien hace unos días lo acusó de beneficiarse de información privilegiada sobre el desarrollo de proyectos turísticos en el Sur para adquirir en condiciones ventajosas ese hotel. Y si eso es verdad, algo que no debe ser muy difícil de comprobar si hubiera alguien con la voluntad y la autoridad suficientes, solo resta concluir que así cualquiera es visionario y un chin más…