El voto de atajo

El voto de atajo

Es indudable que la muerte del doctor Balaguer dejaba un ambiente de desorientación y de desaliento en las filas de seguidores del eficiente conductor y doctrinador del reformismo, sin embargo, probablemente ningún dominicano conociese y buscase con tanta profundidad y con tantas reservas para descifrar el proceder del Partido Revolucionario Dominicano y sus líderes para obrar en interés de su organización y en perjuicio del interés nacional.

Sabía desde mucho tiempo atrás que este gobierno nos daría un recetario o un menú de similar contenido a los anteriores, y la tendencia hacia esta analogía histórica nos ayudaría a entender las fuerzas que darían forma a la política interna de esa organización.

Por lo general, tenía razón en cuanto al salto al vacío que había predicho en años anteriores, no había muchos futuros con el perredeísmo gobernante, pues no le era difícil adivinar el destino del país cuando las riendas del poder andan en manos perredeístas, porque es un partido que sostiene ideas radicales en la oposición, pero una vez en el poder se deja guiar por la rutina y las ideas del momento dado.

El sabía que a la desaparición del doctor Peña Gómez, quien se había distinguido como conciencia siempre alerta a sus ideales antirreleccionistas; recia voz que dejaba el reproche, la admonición o la llamada, y hasta a imprecación en sus correligionarios que osaren contradecirle, el líder reformista comenzó a darle calor y nido a la personalidad del presidente Mejía que cada día daba las más amplia demostraciones de ser un hombre devorado por una febril ambición de mando, y que en medio de una organización plagada de falsas conciencias le era fácil apaciguarlas por los deseos inmoderados del peculado.

Pero también supo apreciar por las circunstancias reveladoras de que la capacidad gerencial, sus vocaciones íntimas sobre la austeridad y el no dispendio en la administración el señor Mejía, que durante sus aspiraciones encantaba, eran puramente externa, de pura forma.

Así que le fue fácil «inocular el virus» de la división hacia lo interno de partido blanco apoyando la reforma constitucional que restableciera la reelección presidencial, que además del grado de aceptabilidad histórica a su dilatada permanencia en el poder bajo este refugio constitucional, también le permitía estimular su debilitamiento debido a la lucha encarnizada que se desataría -como finalmente ocurrió- a sabiendas de que la política no es más que una serie de transacciones entre el ideal y la realidad.

Estas valoraciones fueron demasiadas evidentes como para dejarlas pasar inadvertidas por la dirigencia sucesoral del PRSC, que no tomó en cuenta y prefirió lanzarse a conquistar canonjías y a canibalizarse en su interior por el interés personal y no el de aprovechar la oportunidad de colocarse en el deseo de las mayorías nacionales de ajusticiar los extravíos que validan las irregularidades y deficiencias que han hecho de la gestión del presidente Mejía una administración antipática.

Entre los hombres y mujeres del reformismo, cuyas fuerzas se han ido desvaneciendo en esta jornada electoral con la integrante de quienes se dejarían atraer por agradables aunque falsas ilusiones, por lo que dicen las encuestas, se suman a la alta tasa de rechazo a Hipólito Mejía, quien tiene la creencia que puede contar en una probable segunda vuelta electoral con la militancia reformista.

Pero, quién tendría el poder de convocatoria para lograr un respaldo masivo de los jirones que quedarían del proceso de primera vuelta?

Pienso que la respuesta es obvia, pero además, genera un fuerte repudio a la política de endeudamiento externo e interno, al dispendio público, la ambivalente política haitiana, el envío de tropas a otros países haciendo de la soberanía un asunto transeúnte y delegable.

Es evidente que el voto reformista será en su mayoría un voto de atajo, coexistente con una notable renuencia a apoyar una coyuntura electoral temida por la perspectiva de la decadencia social y la continuidad del establecimiento económico, precisamente la antítesis del balaguerismo gobernante, pues esas vulnerabilidades eran la preocupación constante de líder colorao.

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