El voto de los muertos

El voto de los muertos

Vistas y oídas las ponencias de los seis candidatos a la presidencia para las elecciones del 20 de mayo 2012, a través  de los medios electrónicos de comunicación del Grupo Corripio y luego de haber  comprobado que en sus respectivas agendas no figura el tema de los difuntos, nosotros reunidos en asamblea, hemos, aún en cautiverio, salido del cementerio para acordar los puntos que se detallan a continuación. Punto número uno: visitar la selva de la República Bolivariana de Venezuela para de allí rescatar el espíritu de nuestro patricio Juan Pablo Duarte.

Con este vital ingrediente nos trasladaremos al cementerio municipal de La Vega en donde procederemos a resucitar al profesor Juan Bosch, acto en el que conjugaremos los ingredientes cuerpo-espíritu, sintetizando una quimera que llevará como nombre el de Juan Pablo Bosch.

Para el siguiente certamen electoral  Juan Pablo Bosch será nuestro candidato a la primera magistratura.   Puesto que estadísticamente hay más muertos que vivos y como cada día se suman otros a la lista de los fallecidos, estamos seguro de que en unas elecciones transparentes nadie podrá impedir nuestro triunfo.

En lo inmediato proponemos como punto número dos el  que en cada una de las universidades del país, sus escuelas de ciencias jurídicas y de medicina impartan docencia de medicina forense. Así sus egresados conocerán de la importancia del tema tanto desde el ámbito de los tribunales como de la salud pública.

En el punto tres exigiremos que Ciencias Forenses realice directamente y sin intermediarios las pruebas de ADN y los estudios toxicológicos, de modo que no se repita el triste y desagradable espectáculo de ver a una madre al borde de la locura en una prolongada espera por unos resultados para identificar a su hijo desaparecido.

Tampoco que  familiares estén cansados de  reclamar los análisis de laboratorio que nunca llegaron de dos abogados muertos por causa no determinada. 

El punto cuarto será replantear la creación de un sistema de ambulancias con servicio ininterrumpido de 24 horas, los siete dias de la semana, equipado con aparatos de comunicación para que el personal de servicio pueda trasladarse al lugar donde se produzca un deceso en el menor tiempo posible. 

Así se le pondrá fin a la torturante y tradicional dilación del médico forense en las escenas, casas y morgue donde yacen las víctimas mortales.  Insistiremos en que cada municipio cuente con profesionales de la medicina legal debidamente calificados que puedan determinar de un modo certero y confiable los daños corporales y las reales causas de defunciones.

No podemos volver a la  escandalosa y peligrosa situación de amenaza epidemiológica que vivieron durante la gestión de gobierno 2000-2004 los vecinos del Instituto Nacional de Patología Forense. Nadie puede olvidar la podredumbre, los malos olores insoportables, la gusanera que deambulaba por el piso y techo del edificio, así como del enjambre de moscas cadavéricas presentes en el lugar.

Sopesando la coyuntura histórica que vive la República Dominicana hemos optado por extenderle un cheque en blanco al candidato que pide una segunda oportunidad  y otro al que enarbola las consignas, si ambos se comprometen a:  Corregir lo que está mal en la Medicina Forense dominicana, y hacer lo que nunca se hizo: Un edificio moderno y adecuado para el óptimo funcionamiento del Instituto Nacional de Patología Forense.

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