El voto militar

El voto militar

EURÍPIDES ANTONIO URIBE PEGUERO
En la edición del sábado 9 de julio, el periódico HOY publicó un trabajo del señor Samuel Santana, titulado, El voto militar. Confío en que la receptividad y pluralidad que distingue al periódico, nos permitirá la publicación de estas páginas, que a manera de repuesta, observación u opinión personal, haremos sobre la publicación referida. Aún no estando de acuerdo con lo que sostiene el señor Santana, nos llena de satisfacción que nuestros oficiales se expresen tan claramente sobre lo que piensan y lo que creen más adecuado para las Fuerzas Armadas. Sin embargo, debemos disentir de sus criterios en cuanto a la no pertinencia del voto militar.

Deseo hacer saber al señor Samuel Santana, que también vivimos esos momentos angustiantes de la crisis política que se produjo a raíz de las elecciones del 1990 y los cuales recrea en su escrito. Recordamos esos días desesperantes en los que nos retuvieron acuartelados a la espera del desenlace de aquella peligrosa situación para nuestra democracia.

Recordamos también, aquel infortunado anuncio de un necesitado aumento de sueldo que nunca se produjo y que sólo fue comunicado para «tener contentos» a los guardias para el caso de que fuera necesario utilizarlos como siempre, para reprimir e imponer lo que el pueblo no quería. El aumento de sueldos no se hizo efectivo, porque el PLD no incitó a su militancia a tomar las armas para defender lo que parecía su triunfo electoral. Esa pudo ser la burla más grande que se haya hecho a los militares dominicanos.

Para ese entonces, en alguna forma estábamos comprometidos con otros en un propósito democrático para que se respetara la voluntad popular, pero a pesar de que los militares recibimos presiones impensadas para que actuáramos en apoyo al proceso democrático que se desarrollaba, ni siquiera esa causa justa que era lo que se llamó un «fraude colosal» que en esa ocasión se produjo contra una de las fuerzas políticas envueltas en la lucha por el poder, ni la otra no menos relevante crisis que se presentó en el año 1994 en contra de otro partido político, fueron razones para la intervención militar por motivos que podían justificarse. En ambas oportunidades, se confió en la solución política que al final se produjo.

Los militares dominicanos, a pesar de los desentendidos y desafueros de nuestros políticos, han sabido manejarse comedidamente en cada situación crítica que se ha presentado, reservando su participación para extremos que, desearíamos que nunca se produzcan, eso es la mayor evidencia de haber superado la actitud negativa de otros tiempos, cuando ni siquiera era necesaria una provocación para que los militares hicieran una intervención inoportuna y antidemocrática. Estas son fehacientes pruebas de que los militares dominicanos han madurado, a pesar de que nuestros políticos siguen provocando ocasionales y peligrosas crisis, que en cada ocasión, ponen en vilo a nuestro sistema.

No le conozco señor Santana, pero le presumo un militar cabal, que con su noble escrito demuestra estar consciente de su rol y el de la institución a la cual pertenece. Usted parece estar bien claro sobre lo que desea para las Fuerzas Armadas y para su propio futuro como militar (¿aún está activo?).

Al expresarse así, se define como un oficial incapaz de caer en el criticable comportamiento que usted mismo define y en el cual han caído algunos militares. Pero como usted, existen muchos oficiales en las Fuerzas Armadas, el grueso de los hombres de uniforme no caerá tampoco en aquellas actitudes antidemocráticas que llevó a los militares de otros tiempos a conductas que nunca se repetirán. La diferencia con usted es que la mayoría de nuestros militares aprueba que se le conceda el derecho al voto que usted desaprueba.

Observe que durante el proceso electoral pasado, se señalaron algunos oficiales, entre los que éramos incluidos, que supuestamente estaban haciendo campaña política a favor del entonces presidente, Hipólito Mejía y que tendrían una componenda para mantenerlo en el poder. Al final quedó demostrada la invalidez de esa preocupación. Estos señalamientos sólo eran parte de la campaña política de las fuerzas envueltas en la lucha por el poder.

En los últimos párrafos de su artículo usted describe una situación anómala que aún existe entre los militares. Usted expresa que; «es difícil creer que los militares que han alcanzado rangos importantes dentro de las filas de las Fuerzas Armadas, se mantengan neutrales en términos políticos»; que «todos los partidos tienen preferidos entre los militares»; que lo anterior ocasiona, «la pensión (a destiempo) de hombres preparados y jóvenes por el simple hecho de que eran las favoritos de los que perdieron el poder»; que «los militares son vulnerables a las maquinaciones y a las estrategias de los políticos», etc. cuando usted reconoce esta situación irregular, contradice las razones que sostienen el criterio de su oposición al voto militar.

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