El voto pensante es el más seguro. Es aquel que se deriva de lo que es la plena conciencia de la responsabilidad que entraña dicha acción. Es un voto que contrario al anterior analizado por nosotros (el no pensante) raramente tiene variación.
Es el tipo de voto que tiene más seguridad y el que no amerita de dádivas. En este tipo de votante el clientelismo tiene sus puertas cerradas, ya que quien lo ejerce lo hace en base a lo que es la plena seguridad de lo que entiende, y como tal, su cambio para sufragar contrario a lo que ya ha decidido, es prácticamente imposible.
El voto pensante está enclavado desde antes de ejercerse en la mente del sufragador. Este viene como consecuencia a lo que es la siembra de ideología, la simpatía, pero sobre todo, está cobijado bajo la mágica palabra de la lealtad, y el que más que un simple sentimiento hacia tal o cual partido o candidato, es un convencimiento pleno basado en el precepto de la ética y la responsabilidad ciudadana.
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Este tipo de voto aun tenga el mismo valor ante la urna que el del no pensante, no así desde el punto de vista de la calidad ante la opinión pública, ya que la seguridad de la persona que lo ejerce casi siempre viene acompañada de lo que son los rigores básicos de la buena ética y la moral del individuo, que al tener su preferencia cimentada en lo que es su responsabilidad ciudadana, tiene en su conciencia cierto grado de madurez política, la cual en la otra parte (no pensante) casi nunca la hay.
No es un voto de cuidado, al contrario, es de confianza. Es seguro, no intervienen aquellos factores que tienden a dañar la reputación; este al ejercerse con la responsabilidad que amerita, imprime en el ciudadano cierta dosis de educación en cuanto a política y otros elementos se refiere.
Este tipo de votante raramente cambia de parecer sobre la decisión de escoger al candidato o al partido al que piensan depositar el voto, ya que al hacerlo con la debida conciencia, lo hace bajo la premisa del convencimiento que eso es lo que realmente conviene al entorno en donde se desarrolla y por tanto, basamentada su creencia en ese precepto, es una acción que difícilmente cambie de parecer.
Somos de opinión, que los organismos o las instituciones que dentro del carril, político-electoral trabajan el tema, deben de y mediante una estrategia muy bien planificada, hacer algún tipo de estudio sobre la importancia de este tipo de votante, y por qué el voto no pensante es tan fluctuante a la hora de ejercerse.
Haciendo esto, y combinado con la obligatoriedad para que los partidos políticos cumplan con lo dispuesto en la ley 33-18 sobre Partidos, Movimientos y Agrupaciones Políticas, el país podría salir ganancioso en término de lo que bien pudiera ser la educación integral y política, y por ende, la institucionalidad del país recobraría su sitial (si lo hubo), dentro de esta gran selva, en donde por la fuerza o la razón continuamos siendo pertinentes en cuando al buen futuro político del país se refiere.