Cuando se decidió en el país el voto preferencial, me ilusioné, porque pensé que se abría la oportunidad para que los ciudadanos eligieran a sus representantes en el Congreso por los méritos acumulados como ciudadanos ejemplares en sus comunidades, independientemente de las preferencias partidarias, religiosas o de otras índoles.
Al pasar el tiempo y la práctica-que es el criterio de la verdad- he sido decepcionada, nada de lo que entendí en primera instancia se ha producido. Es todo lo contrario: para llegar a una diputación no se requiere que usted sea un buen ciudadano, debe estar bien cobijado en la cúpula de los partidos o disponer de cuantiosas sumas de dinero. ¡Ay, así no!
Primero hay que luchar a lo interno de los partidos para que al menos se conozca de las aspiraciones, estar bien con los líderes de arriba para lograr ser colocado en la boleta. En algunos partidos lo hacen a partir de sondeos internos y si no tiene buna “aceptación” no pueden aspirar.
Los que surgen, ya sea por un trabajo político sistemático “se lo ha ganado porque tiene mucho tiempo dirigiendo un comité”, aunque sus relaciones con las personas sea pésima, pero se lo ganó, los que son señalados por el dedo de arriba, tienen la ojeriza de los que son meritorios y ahí comienzan las guerritas internas.
Esa guerrita inicia con afiches, el que tenga la mejor sonrisa, el mejor fotoshop, y se busca la simpatía de los de “arriba” en la campaña interna.
En esta campaña se gasta también un dineral. Una amiga me dijo: “si yo hubiera sabido esto no me meto”, gastó todos sus ahorros y los de su marido y total, no la eligieron como candidata.
Después de haber sido escogido es que viene lo grande. Mucho dinero para caravanas, bandereos, afiches, un equipo de activistas y prensa. Años atrás para una diputación se requerían 25 millones; en esta campaña se habla de 50 y 80 millones de pesos. Es ahí donde está el riesgo del voto preferencial para llegar al Congreso.
En la Ley de Partidos debería ser regulada la cantidad de dinero para una campaña a un cargo legislativo, transparentar de dónde sale el dinero, limitar a los donantes a determinada cantidad; así se evitaría que el narcotráfico penetre al Congreso y que los legisladores respondan a los intereses de quienes los financiaron.
La ley debiera permitir las candidaturas independientes, así si los ciudadanos ejercerían la libertad de elegir entre los buenos y capaces.
En Perú cobra fuerza la eliminación del voto preferencial por las mismas causas que expongo: solo tiene ventaja el que posee dinero sin conocer su origen.