El vuelo de la paloma

El vuelo de la paloma

Sin grandes obstáculos por parte de los partidos mayoritarios, se implementó en España el sistema de “fiscales anticorrupción”. Su efectividad la demuestran los antiguos funcionarios encarcelados y los delitos contra el Estado, tanto del PP como del PSOE, que hoy juzgan sus tribunales.

Esas fiscalías constituyen un arma eficaz utilizada por los bandos políticos ibéricos para debilitar a sus contrarios y alejarlos del poder. Investigan, buscan y espían para formar expedientes y sometérselos a los  fiscales. En consecuencia, ahora allí se trabaja con mayores escrúpulos, temiendo ser mal herido por un veredicto de culpabilidad.

Entre nosotros no. Aquí ningún partido, grande o pequeño, ha sometido  hasta las últimas consecuencias a sus opositores desde el enjuiciamiento del Presidente Jorge Blanco en 1987. Que, al fin y al cabo, terminaría en un “paño con pasta” y “donde dije digo, digo Diego”.

Los sumarios presentados por la sociedad civil, y alguno que otro partido, contra servidores públicos se esfuman. ¿Descansa acaso algún político en el camastro de una prisión?

Cabe preguntarse, con sobrada razón, el  por qué, teniendo en su arsenal morteros para volar por los aires al enemigo, nuestros políticos disparan con un riflecito de “bla, bla, bla”.

El periodismo de investigación les proporciona, ayer y hoy, potentes municiones para destrozar al oponente. No las utilizan. Cuando concluyen sus mandatos se guardan para si  comprometedoras evidencias con las que, con cierto humor, se  limitan a amenazar al adversario.

Con las pruebas exhibidas en la televisión,  detallada y valientemente, semana tras semana, bastaría para mantener ocupados a docenas de fiscales. Está sucediendo con el desfalco descubierto en la aduana de Santiago (allí el golpe se lo dieron a una de las mayores fuentes de ingresos del gobierno y no quedó otro remedio que actuar).

Los políticos hablan y hablan, acusan y  acusan, pero no actúan. Y si lo hacen, desaparece en breve su intento detrás de oscuras nubes de contubernio.

Ese dejar hacer no tiene misterio, es una de las causas de nuestro estancamiento y degradación. Se denuncia sin descanso, todos sabemos lo que sucede: los que “cortan el bacalao”, los que nos gobiernan y nos han gobernado, se turnan para bañarse con el chorro del oro  estatal y no  les conviene cerrar el balneario.

La complicidad, el sobreentendido, el acuerdo tácito, el conversatorio de aposento es, al final, el sencillo entendido de los hampones: “si tú dices yo digo…”    Esa y no otra es la razón por la cual, contrario a lo que sucede en España, nuestros grandes partidos no intentan demoler a sus oponentes  con las gigantescas e irrefutable pruebas de delitos de las que disponen.

Y de la misma manera, pudiera explicar a un poder ejecutivo soltando  palomas de la paz por el planeta mientras pospone la captura de las aves de rapiña en sus dominios. Olvida las enseñanzas de la historia: siempre la última devora a la primera y luego viene la guerra. Sin justicia, la paloma no vuela.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas