El vuelo de las mariposas

El vuelo de las mariposas

ROSARIO ESPINAL
De Ojo de Agua al mundo. Heroínas de cuerpos caídos en el ocaso de una horrenda dictadura. Mujeres de ideales y esfuerzos que trascendieron las luchas en su patria.  Imágenes de la literatura en el “Amén de mariposas”, de Pedro Mir, “El tiempo de las mariposas”, de Julia Alvarez, o “¡Yo soy Minerva!”, de Mukien Adriana Sang.

El 25 de noviembre de 1960,  Minerva, María Teresa y Patria fueron vilmente asesinadas por oponerse al régimen de Trujillo, por añorar una patria democrática, por ser solidarias con sus maridos y visitarlos en las cárceles.

Mucho ha cambiado la República Dominicana en estos últimos 45 años. Otros vientos políticos soplan en América Latina.  Las mujeres han despertado en todo el mundo y luchan constantemente por sus derechos a la igualdad.

Las dictaduras militares de América Latina, incluida la de Trujillo, cayeron, dando paso a regímenes civiles que, a pesar de muchas imperfecciones, ofrecen mayores garantías políticas a la ciudadanía. Han surgido muchas organizaciones de mujeres que entendieron la importancia de honrar las mariposas e inspirarse en ellas para sus luchas.

En Bogotá en 1981, el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano escogió el 25 de noviembre como el Día de la No-Violencia Contra la Mujer, gestándose un movimiento de lucha contra la violencia a las mujeres.  En 1993, la Organización de Naciones Unidas (ONU) aprobó la declaración para la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer.

En 1994 en Belem do Pará, la Organización de Estados Americanos (OEA) adoptó la Convención Interamericana para la Prevención, Sanción y Erradicación de la Violencia Intra-Familiar y Contra la Mujer. En 1995 en Beijing, la IV Conferencia Mundial de la Mujer de Naciones Unidas reafirmó la necesidad de enfrentar los problemas de violencia contra la mujer.  En 1999, la ONU estableció el 25 de noviembre como Día Internacional para la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer.

En esas dos décadas, las Hermanas Mirabal pasaron de ser un valor nacional a símbolo de lucha de la humanidad.  Por esas convenciones y resoluciones, muchos países modificaron sus leyes e iniciaron programas para enfrentar la violencia contra la mujer.

En República Dominicana, en 1997 se aprobó la Ley Contra la Violencia Intra Familiar (Ley 24-97), y el nuevo C¢digo Procesal Penal mejora el sistema jurídico en los casos de violencia de género.

A pesar de estos avances, la violencia contra la mujer continúa a niveles inaceptables y hay que redoblar esfuerzos para seguir enfrentándola.

La diferencia en fuerza física y anatomía sexual le ha dado al hombre una ventaja en la dominación sobre la mujer. Esto explica que el acoso o la violación sexual en el espacio doméstico y no doméstico sea un crimen que cometen fundamentalmente los hombres contra las mujeres.

Es cierto que cualquier persona, hombre o mujer, está expuesta a recibir agresión física; pero la mujer corre más riesgos.Es más vulnerable a la agresión de los hombres en el hogar, el trabajo o la calle por el solo hecho de ser mujer. Por eso se llama violencia de género.

Para República Dominicana, la Encuesta Demográfica y de Salud (ENDESA) 2002 reporta que un 24% de las mujeres en edad reproductiva (15 a 49 a¤os) indicó que ha sido víctima de agresiones físicas después de haber cumplido los 15 años. Las mujeres más agredidas son las de menor nivel educativo y menor calificación laboral.  Además, el 63% de las agredidas reporta que el agresor ha sido el marido o ex marido.  El número de feminicidios es también alto, registrándose 117 en el 2004 y 128 en el 2005.

Estas agresiones constituyen una violación inaceptable al derecho a la seguridad personal de las mujeres, generan secuelas emocionales en las víctimas y sus familiares, pueden producir discapacidades o muerte, y tienen un impacto negativo en el rendimiento laboral de las mujeres.

Por estas razones, es fundamental que el gobierno y la sociedad hagan mayores esfuerzos para abordar este problema, que no es tangencial ni circunstancial, sino complejo y persistente.

Hay que transformar los roles sociales de la cultura patriarcal que en términos simbólicos y prácticos hacen del hombre un ente de poder con respecto a las mujeres.  Hay que mejorar los niveles educativos de la población, porque los datos dominicanos muestran que a mayor nivel educativo y laboral, menor riesgo de ser víctima de violencia física.

Hay que fortalecer el sistema de asistencia legal, médico y social para proteger las mujeres agredidas, ampliando y mejorando las unidades de atención en las fiscalías barriales y otras instituciones; porque cuando una mujer es físicamente abusada necesita auxilio rápido y efectivo. Y hay que terminar con la impunidad y la indiferencia que permite que muchos agresores de mujeres no hayan recibido las sanciones merecidas, ni ahora ni en el tiempo de las mariposas.

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